Andreas Krebs, director del Seminario de Bonn, subraya que “debemos aprender a leer críticamente los textos bíblicos”
¿Es posible hacer una teología queer? Para Andreas Krebs, profesor de Teología Católica y Ecuménica y director del Seminario Católico de la Universidad de Bonn, sí. De hecho, este es uno de sus temas de investigación. Así, en una entrevista concedida a Katholisch, Krebs habla de tradición, puntos de contacto queer y crítica de pasajes bíblicos.
De esta manera, Krebs señala que “debemos aprender a leer críticamente los textos bíblicos, es decir, a ser sensibles al hecho de que a menudo adoptan la perspectiva de hombres que gobiernan a otros hombres, mujeres, niños, personas del sexo opuesto y esclavos”. Además, apoya que “deberíamos tener el coraje de decir que hay textos bíblicos que realmente tenemos que rechazar hoy”. La historia de Sodoma, dice, es un ejemplo de esto. “A menudo se utiliza para condenar la homosexualidad. El punto es que los habitantes de Sodoma quieren violar a los invitados de Lot, quienes se leen como hombres pero en realidad son ángeles. Lot sabe cómo evitarlo ofreciendo a sus propias hijas para que las violen (Gn 19, 8). ¿Cómo podría uno siquiera relacionarse con esta historia horrible y espeluznante sin distanciarse? La estudiosa bíblica feminista Phylis Trible llamó a esos textos ‘textos de terror’, y así es como podemos y debemos verlos hoy”.
Sin embargo, subraya que “el proceso de reevaluación de textos antiguos no es nuevo como tal”, ya que “incluso en la propia Biblia los textos reaccionan entre sí, se contradicen, aclaran algo, establecen un contrapunto”. Por eso, “si leemos la Biblia hoy con sensibilidad de género y también llegamos a actitudes críticas, no lo hacemos con un estándar que sería externo a la Biblia, sino que en última instancia lo hacemos en el contexto del mandamiento de amar, que debemos a la Biblia misma”. No se trata, de esta manera, “de salirse de la tradición bíblica, sino de continuarla”. Así, aunque los textos bíblicos estén “fuertemente influenciados por el heteropatriarcado, no siempre estén completamente determinados por él. Si se leen con atención, también se descubren voces que apuntan en una dirección diferente. Un punto de los textos bíblicos a menudo radica en su ambigüedad, en su apertura al significado. En esta apertura al sentido, las perspectivas queer también pueden encontrar un espacio de resonancia”.
Por otro lado, ante una interpretación “decididamente homofóbica de la Escritura en la Biblia, por ejemplo cuando el apóstol Pablo lee el pasaje del Levítico: “No debes acostarte con un hombre como quien se acuesta con una mujer; eso sería una abominación”, Krebs señala que “no hay que menospreciar las declaraciones homofóbicas de la Biblia”. “Podemos y debemos referirnos críticamente a tales textos. Básicamente, declaraciones como la que mencionas no tienen en mente la homosexualidad consensuada. En ese momento, la sexualidad casi siempre se interpretaba en el contexto de las asimetrías de poder. Por cierto, esto se aplica igualmente a la sexualidad heterosexual y homosexual. Eso es lo que pensaba la gente en la antigüedad, y san Pablo hace lo mismo”.