Vaticano

Francisco: “La fantasía de Dios para llamarnos es infinita”





‘Vocación: gracia y misión’. Así ha titulado el papa Francisco su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que este año se celebra el próximo domingo 30 de abril. Según sus palabras, “es una ocasión preciosa para redescubrir con asombro que la llamada del Señor es gracia, es un don gratuito y, al mismo tiempo, es un compromiso a ponerse en camino, a salir, para llevar el Evangelio”.



Según expresa el Pontífice al comienzo de su mensaje, “la fantasía de Dios para llamarnos es infinita”. Y relata cómo fue su caso: “El 21 de septiembre de 1953, mientras iba a la fiesta anual del estudiante, sentí el impulso de entrar en la iglesia y confesarme. Ese día cambió mi vida y dejó una huella que perdura hasta hoy”.

Sin embargo, explica que “la llamada divina al don de sí se abre paso poco a poco, a través de un camino: al encontrarnos con una situación de pobreza, en un momento de oración, gracias a un testimonio límpido del Evangelio, a una lectura que nos abre la mente, cuando escuchamos la Palabra de Dios y la sentimos dirigida directamente a nosotros, en el consejo de un hermano o una hermana que nos acompaña, en un tiempo de enfermedad o de luto”.

Llamados y enviados

Asimismo, Jorge Mario Bergoglio señala que “la llamada de Dios incluye el envío”. “No hay vocación sin misión. Y no hay felicidad y plena realización de uno mismo sin ofrecer a los demás la vida nueva que hemos encontrado. La llamada divina al amor es una experiencia que no se puede callar”, recalca.

De hecho, como destaca, “la misión común de todos los cristianos es testimoniar con alegría, en toda situación, con actitudes y palabras, lo que experimentamos estando con Jesús y en su comunidad que es la Iglesia. Y se traduce en obras de misericordia material y espiritual, en un estilo de vida abierto a todos y manso, capaz de cercanía, compasión y ternura, que va contracorriente respecto a la cultura del descarte y de la indiferencia”.

Y  añade: “Esta acción misionera no nace simplemente de nuestras capacidades, intenciones o proyectos, ni de nuestra voluntad, ni tampoco de nuestro esfuerzo por practicar las virtudes, sino de una profunda experiencia con Jesús”. 

“Todas” las vocaciones

Por otro lado, Francisco insiste en que, “en la Iglesia, todos somos servidores y servidoras, según diversas vocaciones, carismas y ministerios. La vocación al don de sí en el amor, común a todos, se despliega y se concreta en la vida de los cristianos laicos y laicas, comprometidos a construir la familia como pequeña ‘iglesia doméstica’ y a renovar los diversos ambientes de la sociedad con la levadura del Evangelio; en el testimonio de las consagradas y de los consagrados, entregados totalmente a Dios por los hermanos y hermanas como profecía del Reino de Dios; en los ministros ordenados (diáconos, presbíteros, obispos) puestos al servicio de la Palabra, de la oración y de la comunión del pueblo santo de Dios”.

Y es que “solo en la relación con todas las demás, cada vocación específica en la Iglesia se muestra plenamente con su propia verdad y riqueza”. En este sentido, “la Iglesia es una sinfonía vocacional, con todas las vocaciones unidas y diversas, en armonía y a la vez ‘en salida’ para irradiar en el mundo la vida nueva del Reino de Dios”, subraya.

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