El benedictino español más carismático del siglo XX, que popularizó el gregoriano y convirtió al monasterio en epicentro cultural, social y político ha fallecido en Madrid a los 76 años
Colocó a Silos en el mapa. En el epicentro del patrimonio artístico. Y en las listas de venta discográficas. El benedictino Clemente Serna ha fallecido en el priorato de Montserrat de Madrid a los 76 años tras un larga enfermedad. Al frente de la comunidad burgalesa entre 1989 y 2002, se convirtió en el abad del Monasterio de Silos más popular del último siglo y también aquel que supo resituar a la vida contemplativa en un primer plano, sin histrionismos ni búsqueda de protagonismo algo.
Nacido en Montorio, recibirá sepultura este sábado a mediodía en la abadía silense. Desde el monasterio piden “oraciones en estos momentos tan difíciles” para todos los miembros de la comunidad monástica y ruegan “al Señor que le conceda el premio a una vida entregada totalmente a él”.
Llegó a Silos con 13 años, profesó con 18 y fue ordenado sacerdote con 25. Siempre inquieto, impulsó una escuela taller en la abadía para jóvenes desocupados. Cuando asumió el servicio como superior de la comunidad, decidió abrir las puertas del monasterio al mundo. Ciprés incluido. Así, lo convirtió en un referente en el diálogo fe y cultura. Así promovió las jornadas de debate y reflexión, impulsaba los retiros, respaldaba los Encuentros Misioneros Silos de Cristianos Sin Fronteras y convertía los añejos muros en espacio expositivo de arte contemporáneo.
Bajo su mandato, en 1993 los monjes de Silos grababan el disco ‘Las mejoras obras del canto gregoriano’. El éxito de ventas fue tal que propició la creación de versiones discotequeras que se escucharon en todo el planeta. La edición para el mercado anglosajón, que se tituló ‘Chant’, llevó a vender cuatro millones de copias y se situó en el número 1 de los Billboard en música clásica. En total, se llegaron a vender 7 millones de discos. La música ejerció de puerta de entrada a su estilo de vida y al reconocimiento del patrimonio benedictino. Las visitas al monasterio se doblaron.
La influencia del abad Clemente fue tal que el ex presidente José María Aznar encontró en él un compañero de viaje y consejero. Y no solo él. También viajó hasta Silos el príncipe Felipe de Bélgica, que era su ahijado. Y es que, tras el sencillo frailes se encontraba un doctor en teología por el Pontificio Ateneo de San Anselmo de Roma, diplomado en Archivística, Paleografía y Arqueología Cristiana, además de profesor de teología Espiritual, con especialización en Patrística Monástica en Solesmes. Tras 24 años de liderazgo se retiró. Sin hacer ruido. “Lo que tenía que hacer lo he hecho”. Y retornó al silencio monacal como uno más de Silos.