Como cada año, Cáritas Española ha presentado su Informe de Economía Solidaria, correspondiente a 2022. En esta ocasión, lo ha hecho en la Cafetería Romero, en Albacete, en uno de los proyectos de comercio justo e inserción laboral de la delegación albaceteña de la entidad eclesial, visibilizando hasta qué punto, más allá de los datos, la apuesta por una “economía con alma” se traduce en vidas transformadas. En este caso, las de quienes llegaron a Cáritas en una situación de marcada vulnerabilidad y, tras aprovechar la oportunidad recibida, ahora están a las puertas de tener su propio trabajo y autonomía en su propia vida.
Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española, ha reivindicado que “apostamos por una economía que escucha, cuida y sana”. Y es que, sin duda, “la economía es uno de los campos desde los que se puede transformar la sociedad”, siempre con la mirada puesta en la persona y en su dignidad, creciendo desde un trabajo digno.
Francisco Lorenzo, director de Acción Social de la organización católica, ha desglosado el informe, recalcando que el pasado año se vivió “un contexto marcado por la inestabilidad y precariedad del mercado laboral”, en el que aún tuvo su eco la pandemia y en el que “la inflación y las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania comenzaron a debilitar el crecimiento del empleo”.
Pese a esas fuertes dificultades, “Cáritas consiguió acompañar a 64.865 personas en sus iniciativas de empleo”, lo que supuso un 11,7% más que el año anterior, cuando fueron 57.233. De ellas, “12.807 (una de cada cinco) lograron acceder a un puesto de trabajo”.
Para lograr todo esto, la entidad eclesial dedicó el año pasado “la cifra récord de 117,5 millones de euros a todas sus iniciativas de economía solidaria”, desde los programas de empleo hasta las empresas de inserción e iniciativas de comercio justo. En total, un 15,9% más que al año anterior (18,8 millones por encima).
De ese total, “35,3 millones fueron destinados concretamente a itinerarios de inserción sociolaboral”. Así que, teniendo en cuenta que, con ellos, casi 13.000 personas han encontrado trabajo, “eso supone una inversión media de 2.700 euros por persona”.
En este punto, Lorenzo ha reivindicado que el objetivo es “introducir los valores éticos en todas las fases de la economía”, habiendo iniciativas que “funcionan”, como experiencias de banca ética, empleo digno y comercio justo, lo que demuestra que “no hablamos de una utopía, sino de algo posible”. En este sentido, valorando el capital ofrecido para impulsar estos proyectos, en Cáritas “no hablamos de gasto, sino de inversión. Y no lo hacemos en términos metafóricos o poéticos, sino porque, para nosotros, cada recurso invertido supone un retorno en el medio-largo plazo desde el punto de vista social y también económico, porque la persona no solo gana en autoestima, reconocimiento de su dignidad y acceso a sus derechos, sino que deja de percibir prestaciones, pasa a pagar impuestos y genera crecimiento económico por la vía del consumo”.
Y, en ese reto, qué duda cabe de que “el empleo es la base de toda transformación social. En momentos de crisis, hay que ayudar a la persona en lo que necesite. Pero luego hay que ir más allá y ofrecerle una oportunidad que garantice su autonomía. La gente, más que una ayuda, lo que quiere es trabajar”.
Los tres pilares de la economía solidaria de Cáritas son las empresas de inserción, el comercio justo y la banca ética. Respecto a las primeras, en cuyos itinerarios entran siempre personas en situación de vulnerabilidad, en 2022 contaron con “67 iniciativas relacionadas con empresas de inserción, centros especiales de empleo y empresas sociales, que generaron 2.373 puestos de trabajo”. Además, “la mayoría de sus 268 líneas de negocio están relacionadas con la actividad textil, la gestión ambiental y de residuos, limpieza, transporte y mensajería y restauración y catering”.
El perfil de los participantes en los programas de empleo “se mantiene similar a años anteriores: la mayoría son mujeres (64%), de más de 45 años (39%), con estudios básicos (38%). Las personas procedentes de países no comunitarios son ligeramente superiores a las nacionales (52%)”.
Ante la diversidad de situaciones, Cáritas apuesta por “una atención integral” e “individualizada”, adaptándose a cada persona en su ritmo y realidad vital, que muchas veces es cambiante. De ahí que los itinerarios nunca sean un marco cerrado y totalmente estructurado, sino “procesos abiertos”; un caminar juntos que busque facilitar que, al final, la persona acompañada encuentre un trabajo con el que salir adelante.
En cuanto al comercio justo, 24 Cáritas diocesanas sostuvieron “una red que cuenta con más de 21 tiendas y 45 puntos de venta repartidos por toda España, y que funcionan, no solo como lugares de comercialización de productos, sino que generan espacios de sensibilización para que los consumidores visibilicen las personas y procesos que hay detrás de cada producto y contribuyan a fomentar un consumo responsable”.
Cáritas, además, “acompaña a grupos de productores y cooperativas en países en los que la organización está presente desde su modelo de cooperación fraterna, trabajando en red y en alianza con otros actores del movimiento de comercio justo a nivel local, estatal e internacional”.
Respecto a las finanzas éticas, se enfatiza que estas “garantizan a los ahorradores que su dinero se invierte en proyectos que buscan el desarrollo de las personas, favorecen la redistribución de la riqueza y protegen el medioambiente”. De ahí la importante labor de “las 43 entidades de Cáritas que colaboran con entidades financieras que hacen compatibles la rentabilidad económica con la consecución de objetivos sociales y medioambientales”.
Lorenzo ha cerrado su intervención con una triple petición: “A las Administraciones les pedimos que protejan a las personas y garanticen sus derechos. A las empresas, que se abran a quienes solo quieren un trabajo. A las personas, a todos nosotros, que tengamos en cuenta que, con nuestras decisiones, podemos cambiarlo todo”.
Foto: Cáritas Española.