En el marco de la 122 Asamblea Plenaria del Episcopado, los obispos argentinos publicaron un documento titulado “A 40 años de la recuperación de la democracia renovamos la esperanza”, en la tercera jornada de deliberaciones.
Los prelados manifestaron su preocupación ante “un pueblo que sufre”. Enumeraron distintas actitudes que visualizan a diario: desencanto, promesas incumplidas, sueños rotos, la falta de horizonte, la dificultad de poner el pan en la mesa, cuidar la salud, imaginar un futuro para los jóvenes, el miedo a salir a la calle, la violencia y la agresión generalizada, la pérdida de valores que sostenían la vida familiar y social. Agregaron a este panorama la deserción escolar, las aulas reemplazadas por una esquina o un rincón peligroso. “Volvemos a olvidar que la mejor política de seguridad es la educación”.
Lejos de ser expertos en diagnósticos, dijeron recoger el lamento y las lágrimas de la gente, y se preguntaron: “¿Qué hicimos de nuestra patria? A cuarenta años de la recuperación de la democracia vemos con dolor cuánto desaprovechamos las posibilidades que teníamos de construir una Argentina pujante y feliz“.
Más allá de la bronca y el cansancio, invitaron a seguir confiando en el camino democrático “con la esperanza de que estamos a tiempo”. Expresaron que siempre es posible renacer entre todos, con el diálogo y la intención de ponerse “la Patria al hombro”. Este es el deseo común de todo el pueblo, que no sabe de grietas ni partidos.
El plenario pidió que quienes tengan mayores responsabilidades que tengan la grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los propios intereses porque la gente necesita propuestas concretas y realistas, espera escucha e intercambio hasta encontrar puntos en común, porque quiere caminar hacia un proyecto de desarrollo, con un horizonte de esperanza, dignidad, paz social, trabajo y prosperidad, “privilegiando a los tirados al borde del camino”.
Aludieron a las palabras del papa Francisco quien en Fratelli Tutti pide que “Seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas… Es posible empezar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local hasta el último rincón de la patria…” (77-78). Por tal motivo, invitaron a sus hermanos y conciudadanos a trabajar con honestidad, laboriosidad, respeto, cuidado de la vida, bondad, el servicio, la justicia. Para ellos, la actividad política debería estar cimentada en una vida austera y coherente.
“Nosotros como creyentes también proponemos un camino desde la fe. El Dios que nos dio la vida y nos quiere tanto puede darnos la fuerza para no bajar los brazos y seguir luchando. Porque si no actuamos hoy, dejaremos de ser protagonistas para convertirnos en espectadores fracasados”, señalaron los obispos argentinos.
Ellos, como gesto, decidieron realizar una misión “visitando algunos de los barrios más vulnerables y abandonados”. Finalmente, pidieron la bendición de Dios para la Patria y que María de Luján “no nos suelte de la mano”.
El presidente de la Conferencia Episcopal, Oscar Ojea, en la homilía del segundo día quiso tomar el Evangelio de San Marcos en el que Jesús muestra su poder a través de milagros y curaciones, y en el que trasmite el envío misionero a los apóstoles para reflexionar sobre el estilo misionero de la Iglesia en este tiempo histórico.
Destacó la actitud de escucha humilde que se preocupa más por entender, que por dar respuesta. Y aludió a la actitud del papa Francisco quien en el documental que realizó con los jóvenes, se integra como uno más. Allí conversa con ellos y sus realidades: planteos, heridas, enojos. “Francisco participa de el con un estilo humilde, que lo hace cercano, sabiendo que vivimos una cultura en la que todos gritan y nadie escucha. El Papa los escucha. Esta es una actitud profética, no demagógica. Llega y se sienta a escuchar. No va a bajar línea”.
Asimismo, valoró la actitud del Pontífice que se preocupa por empatizar con el interlocutor, expresa el pensamiento de la Iglesia sin imposiciones. Dice lo que sabe y lo que puede expresar. Y se preguntó: “¿Por qué tendríamos que tener respuestas para todo? Muchas realidades de la vida no la tienen”.
Ojea cree que a diferencia de otras épocas, la Iglesia ya no es una referencia obligada, ni les interesa lo que piensan. “Somos una voz más en la conversación”, dijo. Francisco conoce esta realidad, la acepta y actúa en consecuencia.
Resaltó el valor de “ser escuchados”. La escucha que se hace llamada, asalta y sorprende. “Solo cuando se ve lo que nace de una escucha es posible ver desde una mirada interior y es posible creer”. Y agregó que esta escucha para ser efectiva debe hacerse desde abajo, desde cerca y desde dentro, intentar escuchar como Jesús nos escucha a nosotros.
Finalmente, mencionó la publicación de los volúmenes de “La Verdad los Hará Libres”, un verdadero ejercicio de escucha de los archivos propios y de las víctimas que estaban detrás, para hacerse cargo de la historia, haciendo memoria agradecida por tantas hermanas y hermanos que en momentos dramáticos de nuestra historia respondieron con enorme coraje evangélico y entregando sus vidas: el ministerio del Beato Enrique Angelelli y de Mons. Carlos Ponce de León que junto con otros obispos estuvieron a la altura de su responsabilidad pastoral, defendiendo la misión de la Iglesia y su servicio al Evangelio.