Europa

Francisco y Orbán en Hungría: el discurso que certifica sus alejadas posiciones





Budapest es una muy hermosa ciudad majestuosamente atravesada por el Danubio, gracias a algunos de sus imponentes edificios construidos durante los años más florecientes del imperio austro-húngaro (1867-1918) y el período de paz conocido como la Belle Époque. Ni los grises años de la dictadura comunista han logrado arrebatarle su señorío y prestigio cultural y artístico.



Francisco va a permanecer aquí tres días y ha sido recibido con un ceremonial muy solemne en el Palacio Sandor, actual residencia de la presidenta de la República, la señora Katalin Novak, que incluía el desfile de una Guardia de Honor con vistosos uniformes de húsares y músicas marciales.

Cuatro veces juntos

El interés político de la jornada se ha concentrado en el encuentro que Francisco mantuvo con el primer ministro Viktor Orbán. Con esta, ambos se han visto las caras ya cuatro veces (dos en el Vaticano y dos en este país). Mantienen posiciones muy divergentes en muchos temas y en la breve entrevista de esta mañana, que ha apenas ha superado el cuarto de hora, es de suponer que no se han acercado mucho las posiciones. Prueba de ello es el discurso que Francisco ha pronunciado en el antiguo monasterio carmelita, sede del gobierno, ante la presidente, el primer ministro y los miembros del gobierno, autoridades civiles y culturales, Cuerpo Diplomático.

El Papa comenzó su largo discurso lamentando lo que “parece -dijo- el ocaso del sueño coral de la paz, mientras los solistas de la guerra se imponen. En general, parece que se hubiera disuelto en los ánimos el entusiasmo de edificar una comunidad de naciones pacífica y estable”. El pontífice añadió justo después que “parece incluso que la política a nivel internacional tuviera como efecto enardecer los ánimos más que resolver problemas, olvidando la madurez que alcanzó después de los horrores de la guerra y retrocediendo a una especia de infantilismo bélico”.

“Pero la paz -insistió Jorge Mario Bergoglio- nunca vendrá por perseguir los propios intereses estratégicos, sino más bien la políticas capaces de mirar al conjunto, al desarrollo de todos, atentas a las personas, a los pobres y al mañana; no sólo al poder, a las ganancias  y a las oportunidades del presente”.

Puentes entre naciones

El segundo tema abordado por Bergoglio ha sido Europa y afirmó que “la Europa de los veintisiete construida para crear puentes entre las naciones necesita del aporte  de todos sin disminuir la singularidad de ninguno…”. “Se necesita esa armonía: un conjunto que no aplaste las partes y que las partes se sientan bien integradas en el conjunto”, expuso con rotundidad.

Y añadió: “Pienso, por tanto, en una Europa que no sea rehén de las partes, presa de populismos auto referenciales pero que tampoco se transforme en una realidad fluida y gaseosa, en una especie de supranacionalismo abstracto que no tiene en cuenta  la vida de los pueblos”.

Acogida al migrante

Yendo ya a los migrantes, el tercer tema de su alocución, recordó el consejo que el primer rey húngaro San Esteban dio a su hijo Emerico, también santo:  “Te recomiendo –le aconsejó- que seas amable no sólo con tu familia y parientes o con los poderosos y adinerados o con tu prójimo  y tus habitantes son también con los extranjeros… Por eso  te recomiendo que acojas con benevolencia a los forasteros y los honres, de manera que prefieran estar contigo y no en otro lugar”.

Quiso, sin duda, ratificar también que “pensando en Cristo presente en tantos hermanos y hermanas nuestros desesperados que huyen de los conflictos, la pobreza y los cambios climáticos, necesitamos afrontar  el problema sin excusas ni dilaciones. Es un tema que debemos afrontar juntos, comunitariamente, porque en el contexto en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos. Por eso, es urgente, como Europa, trabajar por vías seguras y legales, con mecanismos  compartidos  frente a un desafío de época que no  podrá detener rechazándolo”.

Réplica de la presidenta

En su discurso, la jefa del Estado húngaro se refirió a los esfuerzos que su nación está haciendo para “ayudar al millón y medio de personas que huyen de Ucrania hacia nosotros, vemos el dolor de las familias golpeadas, oímos los gritos de las madres que lloran a sus hijos…el camino de la guerra está constelado por sangre, muerte y una pobreza creciente”.

“Hoy  tenemos que estar especialmente atentos a las personas necesitadas y a nosotros, los húngaros, nuestra historia nos ha dado santos que han ofrecido maravillosos ejemplos en este sentido”, justificó la presidente. Para los que no lo sepan San Martín llamado de Tours nació en Hungría y fue famoso por compartir su capa con un  pobre encontrado en el camino.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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