Europa

Francisco en Hungría: el buen pastor que protege el redil de los refugiados





No podía imaginarse un escenario más solemne y representativo de la historia de este país que la plaza dedicada al héroe nacional Lajos Kossut a la que se asoma el imponente palacio neogótico del Parlamento y otros nobles edificios. Apenas amaneció, la inmensa plaza se fue llenando hasta cubrir la totalidad de puestos: unos cincuenta mil fieles contando los alrededores. Familias enteras, unos mil sacerdotes concelebrantes, religiosos y religiosas, agentes de pastoral y, sin duda, cristianos de a pie no han querido perderse este broche de oro de la visita de tres días que Francisco a Hungría. 



Desde un palco asistían a la ceremonia la presidenta Katalin Novak y el primer ninistro Viktor Orbán, ambos protestantes, miembros del gobierno y el Cuerpo Diplomático en su casi totalidad. Obviamente el despliegue de fuerzas de seguridad no dejaba abierta ninguna posibilidad de desórdenes y mucho menos de un atentado. En realidad todo discurrió con absoluta normalidad.

Salvas de aplausos

Bergoglio hizo su entrada en el recinto a bordo de un papamóvil que recorrió entre aplausos y ovaciones las cuatro esquinas de la gran plaza. Acompañado del arzobispo primado de Esztergom, el cardenal Peter Erdo, el Papa saludaba a derecha e izquierda provocando un agitarse de banderas nacionales y vaticanas y salvas de aplausos.

En el altar le esperaban el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y sus más directos colaboradores: el sustituto para Asuntos Generales, Edgar Peña y el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher y el pleno del episcopado nacional. Un magnífico coro acompañó todo el rito eucarístico alternándose con la multitud que ejecutó algunos cantos del repertorio nacional.

Cultivar la fraternidad

El cuarto domingo del tiempo pascual es conocido como el domingo del Buen Pastor y eso inspiró la homilía papal: ”La catolicidad es esto: todos nosotros  cristianos llamados por nuestro nombre por el Buen Pastor, estamos invitados  a acoger y difundir su amor y hacer que su redil sea inclusivo y nunca excluyente. Y por eso todos estamos llamados a cultivar  relaciones de fraternidad y colaboración sin dividirnos entre nosotros, sin considerar nuestra comunidad como un ambiente reservado, sin dejarnos arrastrar por la preocupación de defender cada uno el propio espacio, sino abriéndonos al amor mutuo”.

Descendiendo a terrenos más terrenales Francisco exhortó a todos sus oyentes a ser como Jesús una puerta abierta. ”Es triste- comentó- y hace daño ver puertas cerradas; las puertas cerradas de nuestro egoísmo hacia quien camina con nosotros cada día, las puertas cerradas de nuestro individualismo en una sociedad que corre el riesgo de atrofiarse en la soledad; las puertas cerradas de nuestra indiferencia ante quien está sumido en el sufrimiento y en la pobreza, las puertas cerradas al extranjero, al que es diferente, al migrante, al pobre”.

Con Ucrania

Finalizada la Misa y antes de la oración mariana del “Regina Coeli” hizo el siguiente comentario: ”Es hermoso que las fronteras no representen barreras que separan sino zonas de contacto y que los creyentes en Cristo  pongan en primer lugar la caridad que une y no las diferencias históricas, culturales y religiosas que dividen”.

Sabiendo que hablaba en el corazón de la Europa central y oriental Francisco  ha dicho que ha pensado estos días siempre en la paz y pidió a la Virgen que mirase a los pueblos que sufren. ”Mira sobre todo- exclamó-  al cercano y martirizado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a tí. Tú eres la Reina de la Paz, infunde en el corazón de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza , no de guerra, un futuro lleno de cunas y no de tumbas, un mundo de hermanos , no de muros”

Antes de embarcarse en el avión que le conducirá a Roma el Pontífice mantiene un encuentro con el mundo de la cultura en la Facultad de Informática y Ciencias Biónicas de la Universidad Católica de Budapest.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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