“Recibimos con gran alegría y gratitud el comunicado de prensa de la Secretaría General del Sínodo en relación con la XVI Asamblea Sinodal de los obispos, que se celebrará en Roma el próximo octubre”. Así comienza Nadia Coppa, presidenta de la UISG, el comunicado que ha escrito tras la decisión del papa Francisco de ampliar el derecho a voto en el Sínodo más allá de los obispos, incluyendo a consagradas y religiosos, laicas y laicos, de los cuales la mitad deberán ser mujeres.
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“Esta decisión, promulgada por el papa Francisco, de ampliar la participación en la Asamblea sinodal es una opción consecuencia de la rica reflexión que, como pueblo de Dios, estamos haciendo y que se alcanza como respuesta concreta al discernimiento y al deseo de inclusión que está surgiendo a varios niveles”, ha señalado Coppa.
“Realmente la tienda se está ensanchando, ampliando, y esto suscita asombro ante la acción de Dios en la historia, genera entusiasmo y positividad porque renueva el deseo de crecer como Iglesia en diálogo, capaz de difundir un modo de ser y de trabajar juntos, a la escucha y participación, capaz de orientar hacia opciones pastorales que respondan a la realidad y a los tiempos que estamos viviendo”, ha aseverado. Además, la presidenta de la UISG ha señalado que “la presencia de un grupo significativo de mujeres con derecho a voto es una disposición inédita que enriquece el dinamismo eclesial manifestando la apertura y la disponibilidad a acoger la novedad de Dios que está, progresivamente, renovando la Iglesia y haciéndola emerger con toda su riqueza”.
Un mundo en transformación
Asimismo, ha señalado que “consideramos que esta novedad confirma la importancia del proceso de escucha y de participación que estamos haciendo ya desde hace dos años y es expresión de la circularidad de la Iglesia llamada a ser testimonio y misionera, con su diversidad, de la centralidad de Cristo”.
“Creemos que la sinodalidad, esencia de la Iglesia y su realidad constitutiva, es en primer lugar una experiencia del Espíritu. Es un camino abierto que se teje gracias al encuentro, al diálogo sincero, a la conversión interior y a la participación que amplía la visión y abre hacia horizontes nuevos de comunión”, ha continuado, por lo que “ampliar la participación significa hacer posible seguir profundizando este movimiento fascinador del Espíritu en un proceso de comunión eclesial que nos hace presencia profética en un mundo en continua trasformación”.
En definitiva, “esta apertura, alentadora, recuerda que todos estamos llamados a convertirnos en parte activa de una Iglesia relacional, inclusiva y dialogante, una Iglesia que se deja transformar por el Espíritu para ser expresión de comunión y fraternidad, abierta a servir a Dios y a la gente, sin excluir a nadie”.