El nuevo secretario del dicasterio para la Evangelización se estrena con recado a la Iglesia alemana

El arzobispo nigeriano Fortunatus A. Nwachukwu pide “escuchar la voluntad de Dios y no las voces más fuertes en el concierto de la multitud”

El nuevo secretario del dicasterio para la Evangelización se estrena con recado a la Iglesia

“La Iglesia universal piensa de otra manera y no vive la fe tal y como se entiende actualmente en el mundo de habla alemana”. Así de rotundo se ha mostrado el arzobispo nigeriano Fortunatus A. Nwachukwu en una entrevista con el responsable de misiones de la diócesis alemana de Innsbruck. Para él, el “mundo de habla alemana no es la Iglesia universal”.



El fantasma de la división

El flamante secretario del dicasterio para la evangelización destaca que la perspectiva no europea es diferente y ha destacado que la Iglesia africana quiere comprometerse “con claridad y confianza” en el próximo sínodo de la sinodalidad pero con otra perspectiva. “Estamos convencidos de que escucharnos unos a otros en el espíritu del Evangelio comienza por escuchar la voluntad de Dios y no las voces más fuertes en el concierto de la multitud”, destaca en la entrevista recogida por la agencia Cath.ch.

Además, el prelado ha invitado a repensar la misión alejándose del paradigma del colonialismo. Si bien, no obvió que “los frutos de esta misión son considerables; en ningún lugar la Iglesia católica crece con más fuerza que en los estados africanos”. Por ello, Nwachukwu apeló a que “lo decisivo no son las estructuras y los planes pastorales, sino el testimonio vivo de la fe de los cristianos” y a través de los “medios probados de evangelización” como son el amor del Señor, la escucha de su palabra y el respeto de los sacramentos, para lo que reiteró, hace falta distribuir bien a los sacerdotes.

“En el pasado, Europa llevó la fe al continente africano, hoy África puede devolverle una fe viva y fiel” apostando por estos medios según Nwachukwu. En caso contrario, advierte, no queda sino la “división de la fe”; si bien, añade, siempre ha ocurrido en la historia de la Iglesia que “los que querían separarse, aunque fueran mayoría, tarde o temprano se daban cuenta de que habían tomado el camino equivocado”.

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