“Vivimos en un país sometido por una coalición dominante, autocrática con vocación totalitaria, que teme al pensamiento libre y responsable”. Fueron las palabras de Alfredo Infante, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, tras recibir el premio al valor democrático Francisco José Virtuoso, en la categoría Libertad de pensamiento, en su edición 2023.
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Se trata de un galardón que otorga la Universidad Católica Andrés Bello a través del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno y que ha tomado por sorpresa al sacerdote jesuita, porque “confieso que cuando me enteré del nombre del premio, sonreí, me resultó curioso que un cura fuese reconocido en la categoría de Libertad de pensamiento”
Ha reconocido que “es un gran compromiso, primero, porque no lo esperaba, segundo, porque no sé si estoy a la altura de él, pero, si quienes me eligieron lo juzgaron así, lo asumo con agradecimiento y responsabilidad en nombre de aquellos que están convencidos que el acto de pensar libre y responsablemente es un acto humanizador”.
Infante lamentó que “los venezolanos vivimos en un país sometido por una coalición dominante, autocrática con vocación totalitaria, que teme al pensamiento libre y responsable porque trastoca sus intereses de poder y, por ello, ha buscado por todos los medios restringir el acto de pensar y comunicar”.
Efecto cascada
Esgrimió varias razones: restricciones al acceso a la información pública, que de acuerdo con la ONG Espacio Público “en Venezuela se restringe información de alto interés público, de 172 peticiones de información hechas entre 2017 y 2020, el 89% de estas no fueron respondidas”.
Además la información científica y académica es “un insumo importante para pensar y producir ideas con ética, desde la perspectiva del bien común”, por eso, “hoy en nuestro país las universidades y las ONG´s de desarrollo social y de derechos humanos nos hemos visto en la ingente tarea de levantar, sistematizar y producir información con método y rigurosidad científica, aunque, los resultados de las mismas no puedan ser contrastadas con la información producida por el Estado”.
Por otra parte, la violación sistemática a “la libertad de expresión por la vía del acoso, persecución y cierre de medios impresos, televisivos, radiales y portales web, y, Conatel (ente supervisor del régimen) mantiene bajo amenaza, con un ‘cuchillo en el cuello’ a los medios que están en el aire”.
Al respecto, explicó el jesuita, Espacio Público ha señalado que “la política estatal tiene como propósito explícito o subyacente la construcción social del miedo a expresarse y con ello reducir la circulación de contenidos críticos a la gestión gubernamental”.
A raíz de todo esto se genera un efecto cascada “la violación al acceso de información impide el acceso a la fuente para fundamentar el pensamiento; la violación del derecho a la libertad de expresión limita y restringe la circulación y el debate de ideas propios de una democracia, pero, peor aún, el deslave educativo actual pone en riesgo de extinción al sujeto pensante”.
Miedo a la palabra
En definitiva, para que “haya libertad de pensamiento, debemos rehabilitar la educación porque es la única vía para que haya sujeto pensante y cultura democrática. Esta es la pretensión del poder: aniquilar la fuente, la expresión y al sujeto pensante productor de ideas. Una especie de logofobia desde el poder”.
¿Puede el poder aniquilar la libertad de pensamiento? Plantea el sacerdote para responder: “No. La historia nos muestra que, en el fondo, esta es una vana pretensión y la grafico simbólicamente con una escena del evangelio, la de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén que nos presenta San Lucas, donde los fariseos se dirigen a Jesús y le exigen que calle a sus discípulos y la respuesta de Jesús es contundente: «si ellos callaran hablarán las piedras»”.
Para Infante “el poder siempre teme que el verbo, el logos, la luz, se haga carne y transforme la historia y ahí radica nuestra esperanza, el fundamento espiritual de la libertad de pensar responsablemente”.
Foto: Centro Gumilla