Fueron los políticos quienes convocaron una comisión sobre la pederastia en la Iglesia en el Parlament de Cataluña. Lo hicieron para poner en evidencia, según ellos, la inacción de la institución frente a las víctimas. Sin embargo, en la primera sesión de comparecencias del pasado 23 de abril quedó en evidencia su falta de atención a los supervivientes de esta lacra. “¿Qué espero de esta comisión? Que dejéis el móvil y nos escuchéis”. Lo verbalizaba Josep Roqueta, que fue vejado más de cincuenta veces por un docente del colegio de los maristas de Sants, en Barcelona.
Tras el relato de las víctimas, se espera una segunda ronda de comparecencias. Entre los citados, se encuentra el cardenal arzobispo de Barcelona y presidente del Episcopado español, Juan José Omella. El reglamento del Parlament explicita que toda persona citada estaría obligada a comparecer y, de no hacerlo, podría ser denunciada por la Fiscalía. Fueron ERC, Junts, Comuns y la CUP quienes solicitaron la presencia del purpurado.
Según ha podido saber Vida Nueva, los independentistas buscarían poner en la diana mediática a Omella y sentarle en un banquillo de los acusados a modo de vendetta por no haberse plegado a sus tesis ni haber ejercido de mediador ante el Papa y la Santa Sede para lograr algún pronunciamiento eclesial a su favor. Incluso dejan caer que amedrentar al purpurado estaría en el mismo origen de la comisión, máxime al constatar la desidia con la que se ha tratado a las víctimas. Estas mismas fuentes dudan de que la amenaza relativa a la Fiscalía llegue a materializarse.