“Es una noticia triste”. Con estas palabras, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, César García Magán, reaccionaba esta tarde a la decisión del Pleno del Tribunal Constitucional, que ha avalado trece años después de forma definitiva la ley del aborto de 2010, que blinda el derecho de “autodeterminación” de la mujer a interrumpir el embarazo en las primeras 14 semanas de gestación, “de forma autónoma y sin coerción de ningún tipo”, como señala textualmente.
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Para el portavoz de los obispos, este pronunciamiento judicial “significa que hay seres humanos que carecen de esa protección jurídica como son los derechos humanos, esos seres humanos son los niños concebidos no nacidos”. “Lamentablemente es significa poner en crisis uno de los fundamentos fundamentales de una sociedad democrática como es el derecho a la vida”, apunta García Magán.
Inviolable y sagrado
A través de un video comunicado, el también obispo auxiliar de Toledo explicita que “el derecho a la vida es inviolable, sagrado y que, por lo tanto, merece plena tutela jurídica”. Es más, considera que “no es una ideología ni una cuestión de creencias, es una cuestión fundamental para una sociedad democrática, justa, en libertad”.
Con esta reflexión como punto de partida, el secretario de los obispos apela a “la conciencia de los profesionales sanitarios, de los docentes, de los investigadores, para que hagan uso del derecho fundamental de la objeción de conciencia”. ¿El objetivo? “Salvar esas vidas, para que sigan profundizando y difundiendo la realidad científica de que lo que hay en el seno de una mujer es una vida distinta, es un ser humano con todos sus derechos fundamentales”, señala.
Situaciones complejas
En paralelo, el García Magán hace un llamamiento a la movilización de la ciudadanía frente a la decisión del Constitucional: “Animamos a toda la población, a todos los ciudadanos a que reivindiquen esa defensa, esa tutela de los derechos humanos, de toda vida humana, del concebido no nacido”.
Por otro lado, en su alocución, el obispo evita cualquier estigmatización a la mujeres: “Nos situamos cercanamente y comprendemos las situaciones difíciles en las que puede verse colocada una mujer embarazada”. Por ello, tiende la mano y “de nuevo le ofrecemos las instituciones de la Iglesia, la ayuda de todas las instituciones católicas para salvar la vida de la madre y salvar la vida de ese hijo que custodia en el santuario inviolable de su seno, para que ambos tengan un desarrollo, una vida digna y un desarrollo pleno a lo largo de su existencia”.