El Papa Francisco y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, compartieron esta mañana escenario. Y también denuncia feminista. ¿El motivo? Ambos participaron en el foro de los Estados Generales de la Natalidad, un espacio de reflexión que se celebra a lo largo de esta jornada en el auditorio Via della Conciliazione.
Ante Meloni, Francisco denunció que vivimos en “una cultura poco amigable, cuando no enemiga, de la familia, centrada como está en las necesidades del individuo, donde se reclaman derechos individuales continuos y no se habla de los derechos de la familia”. El Papa no tuvo problema alguno en señalar a la mujer como el colectivo más vulnerable en tanto que sufre “condicionamientos casi insuperables”.
“Las más dañadas son precisamente ellas, mujeres jóvenes a menudo forzadas a la encrucijada entre la carrera y la maternidad, o aplastadas por el peso del cuidado de sus familias, especialmente en presencia de la familia ,de ancianos frágiles y personas no autónomas”, desarrolló Francisco. Incluso llegó a afirmar que “las mujeres son esclavas de esta regla de trabajo selectivo, que también les impide la maternidad”.
Por su parte, la lideresa italiana expresó que “las mujeres no son libres si tienen que elegir entre hijos y trabajo”. Meloni, a la par señaló cómo “si las mujeres no tienen la oportunidad de realizar su deseo de maternidad sin renunciar a su deseo profesional, no es que no tengan igualdad de oportunidades, no tendrán libertad”.
Más allá de esta cuestión, el Papa planteó esta premisa tras bucear en la crisis de natalidad que sufre Occidente para defender que “no solo tiene repercusiones desde el punto de vista económico y social, sino que socava la confianza en el futuro”. Así, se hizo eco de que Italia ha alcanzado el mínimo histórico de natalidad, con 393.000 nacimientos en 2022. “Necesitamos proporcionar un terreno fértil para que florezca una nueva primavera y deje atrás este invierno demográfico”, aseveró.
Así, denuncio que hoy “traer niños al mundo se percibe como un negocio a expensas de las familias”, lo que “condiciona la mentalidad de las generaciones más jóvenes, que crecen en la incertidumbre, si no en la desilusión y el miedo”. Francisco se mostró consciente de que “formar una familia se ha convertido en un esfuerzo titánico” y llegó a asegurar que “sólo los más ricos pueden permitirse, gracias a sus recursos, una mayor libertad para elegir qué forma dar a sus vidas”. “Y esto es injusto, además de humillante”, expresó el pontífice.
A partir de ahí, repasó cada una de las trabas que hoy se encuentran los jóvenes para formar una familia, tales como “encontrar un trabajo estable, la dificultad para mantenerlo, la vivienda prohibitiva, el aumento vertiginoso de los alquileres y los salarios insuficientes”. “Estos son problemas que desafían a la política, porque está claro para todos que el libre mercado, sin las medidas correctivas necesarias, se vuelve salvaje y produce situaciones y desigualdades cada vez más graves”, planteó Jorge Mario Bergoglio.
Desde este “sentimiento de precariedad” y un escenario de incertidumbre, volvió a recordar la que fue su tesis en los momentos más duros de la pandemia: “No salimos solos de la crisis, o salimos todos o no salimos. Y de las crisis no salimos igual: saldremos mejor o peor”. Por eso, reivindicó que “es necesario enfrentar el problema juntos, sin barreras ideológicas y posiciones preconcebidas”. Para el Papa, “la familia no es parte del problema, sino parte de su solución”.
En paralelo a este llamamiento político, Francisco instó a la sociedad a tener una mirada más profunda sobre esta cuestión: “El desafío de la tasa de natalidad es una cuestión de esperanza”. El pontífice aclaró que la esperanza “no es una ilusión o una emoción lo que sientes, no; es una virtud concreta, una actitud de vida, y tiene que ver con opciones concretas”. Esto es, esta impronta lleva a poner en marcha “una acción social, intelectual, artística, política en el sentido más elevado de la palabra; es poner las propias capacidades y recursos al servicio del bien”. En definitiva, para Jorge Mario Bergoglio, “la esperanza genera cambio y mejora el futuro”.
“La esperanza, de hecho, nos desafía a ponernos en marcha para encontrar soluciones que den forma a una sociedad que está a la altura del momento histórico que estamos viviendo, un momento de crisis atravesado por tantas injusticias”, concluyó.
En su turno de intervención, Giorgia Meloni compartió alguno de los postulados del Papa, al defender que “vivimos en una época en la que hablar de nacimiento, maternidad y familia es cada vez más difícil, parece un acto revolucionario”.
En este sentido, sacó pecho de su Gobierno, al asegurar que las políticas de natalidad son “una prioridad absoluta”: “Queremos que Italia vuelva a tener un futuro, para esperar y creer en un futuro mejor que este presente incierto”.