“La Conferencia Episcopal Española nos informó la semana pasada de que va a contribuir con cerca de un millón de euros”. Es el anuncio hecho por el cardenal Seán Patrick O’Malley durante la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores que se celebró el pasado fin de semana en Roma. Así lo expresaba literalmente en un discurso al que ha tenido acceso en exclusiva la revista Vida Nueva, y en el que concreta la hoja de ruta que el motor vaticano de la lucha antiabusos llevará a cabo en los próximos años.
Entre los retos inminentes del organismo, el purpurado destaca en su alocución la puesta en marcha del programa Memorare para impulsar la lucha antiabusos en los países más pobres “donde hubiera lagunas por falta de experiencia o de recursos”. Será Ruanda uno de los primeros en aplicar este proyecto piloto.
“El año pasado nos alegramos mucho cuando la Conferencia Episcopal Italiana se comprometió a aportar 1,5 millones de euros a este fondo”, expone el presidente de la Comisión, que detalla cómo esta donación se mantiene en el IOR -el banco vaticano-, “tal y como exige la normativa de la Secretaría para la Economía, y están sujetos a un protocolo muy específico sobre su uso y presentación de informes que ustedes recibieron a principios de este año, tras ser revisado y aprobado por el Consejo Ejecutivo”.
En el caso del millón de euros con el que van a contribuir los obispos españoles, O’Malley explica a los miembros de la Plenaria que “serán transferidos directamente de la Conferencia Episcopal a la iglesia beneficiaria y no pasarán por el Vaticano”.
Esta hucha solidaria es solo una de las muchas novedades que el cardenal tiene previstas para el nuevo ciclo que se abrió hace seis meses en la Pontificia Comisión y que podría considerarse como una refundación de la institución. El propio O’Malley reconoce que se trata de una “nueva versión” que le lleva a resituarse en “las primeras etapas de un ambicioso programa, con todos los problemas de crecimiento que implica un cambio hacia una presencia más operativa”.
¿El objetivo? “Acompañar a aquellos cuyas vidas han sido tan dañadas por el abuso y trabajar diligentemente para lograr una cultura de prevención y cuidado para que dicho abuso no tenga cabida en nuestra Iglesia”, sentencia el purpurado capuchino en su discurso.
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