Con motivo de la fiesta patronal del seminario, dedicado a la Virgen de Fátima, los obispos se reunieron con los seminaristas para darles una palabra de aliento
Este 11 de mayo acudieron al Seminario Nacional de Nuestra Señora de Fátima, en la ciudad de Managua, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), con la ausencia de dos de ellos, uno en el exilio: Silvio Báez, y el otro en prisión, Rolando Álvarez.
Pese a que no se hizo referencia en ningún momento a la ausencia de ambos pastores, la presencia de los obispos fue agradecida y valorada por los futuros sacerdotes, quienes consideraron dicho gesto como “un signo eclesial de unidad y caminar juntos, orar juntos, y eso nos anima a seguir esforzándonos… nos sentimos alegres con su presencia, y de verdad que ya nos hacía falta encontrarnos para orar juntos”.
Al celebrar la eucaristía en honor a la Virgen de Fátima, patrona de los seminaristas, el arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes, recalcó a los futuros sacerdotes la importancia de “ser hombres de Dios” y tener a Jesucristo en el corazón y en sus vidas.
Brenes detalló que los obispos de la CEN ya habían acordado su asistencia en el seminario nacional para tener una “pequeña reunión”, pero también “para manifestarles nuestra cercanía, nuestra oración muy cercana a nuestra Madre: la Santísima Virgen de Fátima… ofrecemos esta eucaristía con esa intención por cada uno de ustedes, por su proceso que están viviendo, por su vocación, que sea nuestra Madre la que les vaya guiando, y que ustedes también puedan escucharle”.
“Es para nosotros un momento muy hermoso de poder participar con ustedes en el marco de la fiesta en honor a nuestra Madre, esta advocación tan querida por todos nosotros como sacerdotes: Nuestra Señora de Fátima”, agregó Brenes.
Asimismo, les pidió acudir a la Virgen en los momentos de desilusión o tristeza durante su formación: “mirar a ella… consultarle a ella que tiene la experiencia de haber educado a su hijo Jesús… El Papa nos dice ‘escuchemos a María que nos orienta’, cuál es el camino o la ruta que tenemos que seguir en nuestras vidas”.
Por su parte, los seminaristas agradecieron los más 70 años de fundación del seminario y resaltaron la presencia espiritual de la virgen de Fátima a quien está dedicada su casa de formación sacerdotal: “acudimos a ella buscando su protección, su consuelo, su ánimo, su discernimiento en medio de nuestras crisis”.
Al manifestar su comunión y solidaridad con los obispos, compartieron que la virgen de Fátima es “para nosotros como seminaristas y sacerdotes, Madre y modelo y parte indispensable de esa espiritualidad que fomentamos aquí en el seminario”.