El pontífice reflexiona sobre la cercanía de Dios y la defensa de su Espíritu ante las acusaciones que sufren los cristianos
El papa Francisco no ha faltado a su cita dominical con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El pontífice ha rezado el Regina Caeli desde el Palacio Apostólico Vaticano. El Papa ha denunciado las muertes, incluidas mujeres y niños, se han producido entre Israel y Palestina, por ello ha pedido que “callen las armas” como “única esperanza de paz” para que se mantenga la última tregua alcanzada. Entre los grupos presentes, saludó especialmente a los miembros de la asamblea de Caritas Internacional a quienes deseo que “sigan adelante con la reforma”.
También tuvo un recuerdo a las madres ya que en algunos países se celebra este día. Tras la reunión, este sábado 13 de mayo, con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, el Papa ha resaltado su cercanía con la población que sufre en el país tras el inicio de la invasión rusa, esta “martirizada” tierra y todas aquellas que viven conflictos.
Antes de la oración mariana, comentado el evangelio del día en el que Jesús promete el Espíritu (cf. Jn 14, 15-17), a quien llama “Paráclito” que significa “al mismo tiempo consolador y abogado”, el Papa destacó que “el Espíritu Santo no nos deja solos, sino que está a nuestro lado, como un abogado que asiste al acusado poniéndose a su lado”.
“El Espíritu Santo quiere estar con nosotros: no es un huésped de paso que viene a hacernos una visita de cortesía. Es un compañero de vida, una presencia estable, es Espíritu y quiere habitar en nuestro espíritu. Es paciente y permanece con nosotros incluso cuando caemos. Se queda porque nos ama de verdad: no finge amarnos sólo para dejarnos solos en las dificultades”, reiteró. “nos consuela, nos trae el perdón y la fuerza de Dios. Y cuando nos confronta con nuestros errores y nos corrige, lo hace con bondad: en su voz que habla al corazón hay siempre el timbre de la ternura y el calor del amor”.
Además, prosiguió Francisco, “el Espíritu Paráclito es exigente, porque es un amigo verdadero, fiel, que no esconde nada, que sugiere qué cambiar y cómo crecer. Pero cuando nos corrige, nunca nos humilla ni infunde desconfianza; al contrario, transmite la certeza de que con Dios podemos lograrlo, siempre. Esta es su cercanía”
Además, añadió, “nos defiende ante quienes nos acusan: ante nosotros mismos, cuando no nos amamos ni nos perdonamos, hasta el punto de decirnos que somos unos fracasados y unos inútiles; ante el mundo, que descarta a quienes no corresponden a sus esquemas y modelos; ante el demonio, que es el ‘acusador’ y divisor por excelencia y hace todo lo posible para que nos sintamos incapaces e infelices”.
El Espíritu, añadió, nos recuerda “las palabras del Evangelio, y así nos permite responder al diablo acusador no con nuestras propias palabras, sino con las palabras del Señor. Sobre todo, nos recuerda que Jesús habló siempre del Padre que está en los cielos, nos lo dio a conocer y nos reveló su amor por nosotros, sus hijos”. Por ello, invitó a invocar frecuentemente al Espíritu.