El Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha informado que un jurado federal del Distrito Norte de Ohio ha condenado al sacerdote Michael J. Zacharias, de 56 años, por cinco cargos de tráfico sexual. Una pena que llega tras la denuncia de tres víctimas, dos ellas cuando eran menores. El presbítero, según las pruebas recogidas en la sentencia, pagaba a sus víctimas para que mantuvieran relaciones sexuales con él, utilizando su miedo a sufrir daños graves si no lo obedecerían.
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Trata de personas y adicciones
El condenado ha relatado en juicio como abusó de los niños siendo él seminarista en la parroquia católica de Santa Catalina de Toledo (Ohio). Alí los captaba para que prostituirlos, a la vez que mantenía una relación de confianza con las familias de los muchachos. Antes de exponerles a la prostitución, los preparaba con conversaciones y abusos cometidos por él mismo, según el comunicado del departamento. Además, empleaba opiáceos, analgésicos e incluso heroína para someter mejor a las víctimas, lo que afectó a su salud y a sus tareas escolares o laborales.
En el juicio las víctimas ha relatado las proposiciones sexuales del sacerdote y su poder de convicción y la dependencia psicológica generada en ellos como figura paterna y amigo. Una víctima en concreto, hermano mayor de otra víctima, también explicó cómo temía que Zacharias abusara sexualmente de su hermano menor y de otras personas si no seguía accediendo a las solicitudes de sexo del acusado.
Para la Fiscal General Adjunta Kristen Clarke, “este acusado traicionó a las víctimas de la forma más inhumana”, “les robó su infancia, su dignidad y su fe. Les infligió crueles daños psicológicos, aprovechándose de sus miedos y obligándoles a elegir entre someterse a actos sexuales comerciales o sufrir el dolor de perder a una figura paterna o a un consejero, sufrir la enfermedad del síndrome de abstinencia y arriesgarse a sufrir abusos sexuales de un ser querido”, declaró. A la espera de que se conozca la sentencia, Zacharias se enfrenta a una pena mínima obligatoria de 15 años y a una pena máxima de cadena perpetua.