“Estados Unidos está cerrado, prácticamente ha cerrado sus fronteras”, aseguró el obispo José Guadalupe Torres, quien hizo un llamado a respetar “la dignidad del migrante”
Con la entrada en vigor del Título 8 sobre inmigración en Estados Unidos, parecía que las puertas se abrirían para muchas personas y familias que intentan llegar por México a la Unión Americana; pero no ha sido así, y ahora la frontera experimenta un hacinamiento de migrantes ante un país que ha bloqueado sus accesos, así lo denunció el obispo de Ciudad Juárez en entrevista para Radio Vaticana.
El pasado 11 de mayo dejó de tener vigencia la normativa conocida como el Título 42, una política migratoria establecida por el presidente norteamericano Donald Trump para frenar en su momento los contagios de Covid-16, pues permitía la expulsión exprés de los migrantes que llegaban a ese país.
A partir de ese día, volvió a entrar en vigor el Título 8, con una serie de leyes que incluyen el asilo a refugiados y la posibilidad de obtener visas, aunque también contempla la llamada “remoción acelerada”, que consiste en una deportación rápida de personas. Estas políticas migratorias son las que se encontraban vigentes antes de la pandemia.
Sin embargo, con el restablecimiento del Título 8, que conlleva procesos administrativos más prolongados, se preveía hacinamientos en las instalaciones de detención debido al gran número de personas solicitantes de asilo y refugio, algo que también está ocurriendo en la frontera norte de México.
El obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos, destacó que “Estados Unidos está cerrado, prácticamente ha cerrado sus fronteras de tal manera que (los migrantes) permanecen en Ciudad Juárez, y eso ocasiona dificultades, retos pastorales”.
Cada día –agregó el obispo– miles de personas llegan a Ciudad Juárez, migrantes, retornados, repatriados; “más aparte de los que llegan de Venezuela, Centroamérica, de Brasil, de todo el mundo, de muchas partes van llegando migrantes con el objetivo del ‘sueño americano’, pues no es quedarse en Juárez, sino pasar a los Estados Unidos”.
Ante esta situación, el también responsable de la Dimensión de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano, hizo un llamado a los gobiernos a que “hagan una regularización adecuada, justa, siempre respetando la dignidad de la persona en el migrante”.
El obispo Torres Campos explicó que los migrantes son atendidos en 56 casas ubicadas a lo largo de la frontera con los Estados Unidos, y los problemas que enfrentan son extremos: “el clima, la pobreza, la injusticia, al robo, la extorsión a los grupos criminales y también se van enfrentando a las policías”.
Aseguró que no alcanzan los recursos para la atención de los migrantes, pues del gobierno no se recibe mucha ayuda. Son los bienhechores quienes más aportan.
“Los encargados de las casas del migrante o parroquias buscan bienhechores, y la gente es muy generosa, pero no recibimos gran ayuda de los gobiernos en el nivel local, nivel estatal, o sea, muy poco”, denunció.
En el tema de la migración -continuó- “siempre a nivel Latinoamérica, a nivel México, hemos alzado la voz como Iglesia, hemos reclamado, hemos salido a la defensa de los migrantes y se hace eco en los gobiernos y sienten el llamado, luego nos llaman, platicamos, pero se queda ahí”.
Aseguró que, si bien las autoridades están dispuestas a escuchar la voz de la Iglesia, no hay ningún compromiso de parte de ellos; “es la Iglesia y otros grupos, hay que decirlo también a otros grupos de Iglesias, de la sociedad civil que también se empeñan en atenderlos, en cuidarlos, en darles asesoría jurídica, psicológica médica, alimentación, vestido, consuelo, parte espiritual, es una gran labor“.
El obispo de Ciudad Juárez comentó que recientemente, en el encuentro con el papa Francisco en el marco de la visita ‘ad limina’, se abordó el tema de la migración: “él nos anima, dice que es un problema complejo, difícil, que no es de pronta solución, va a seguir la migración del desplazamiento forzado, nos anima a continuar, nos anima a seguir con caridad, con misericordia, porque es parte del Evangelio. Así es de que atendemos el llamado del Papa en el caso de los migrantes a atenderlos y ayudarles”.