El catedrático de Sagrada Escritura de la Universidad Pontificia de Salamanca rubrica su jubilación con un análisis de la primera carta de San Pablo a los Corintinos
La mirada puesta en la comunidad de Corinto. En esas líneas que san Pablo dirigió a unos cristianos que, si por algo se caracterizaban, era por su heterogeneidad social, pero también por sus disensos. A ellos dedicó ayer Jacinto Núñez su ‘Ultima Lectio’ en la Universidad Pontificia de Salamanca, que fue a la vez una invitación a fortalecer la unidad en el seno de la Iglesia bajo el título ‘Conflictos comunitarios y comunión eclesial en Corinto’.
El catedrático de Sagrada Escritura se despidió del centro universitario sumergiéndose en los enfrentamientos manifiestos entre aquellos creyentes. Así, Núñez partió de la premisa de que en Corinto hubo un grupo de élite que se enfrentó al apóstol y creó no pocos problemas entre ellos.
“Frente a esas divisiones, Pablo reivindica la comunión recurriendo a la imagen de cuerpo, entendida en su sentido antropológico, eclesial, eucarístico y escatológico”, expuso el teólogo al analizar de forma pormenorizada la primera carta a los Corintios (1Cor 1,26-31). Es más, el también vicario general de Plasencia aseveró cómo el apóstol “se sirve particularmente de la relación del cuerpo eucarístico (‘el pan es uno’) con el cuerpo eclesial (‘el cuerpo es uno’) para señalar la Eucaristía como el principio de unidad de la comunión eclesial”.
El acto académico estuvo presidido por el vice gran canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca y obispo de Coria-Cáceres, Jesús Pulido Arriero y el decano de Teología, Francisco García Martínez. Además, acudieron a la sesión, entre otros, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga Iruzubieta; el obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino; el obispo emérito de Salamanca, Carlos López; el obispo emérito de Albacete, Ciriaco Benavente; el obispo de Obala (Camerún), Sosthène Léopold Bayemi Matjei.
Para Pulido, esta última lección de Núñez supone un evento “con sabor agridulce” en tanto que marca el final de una trayectoria docente, pero a la par implica “agradecimiento y reconocimiento”. Por su parte, el decano de Teología apreció del homenajeado por su capacidad de transmitir “la atracción por el misterio del objeto que les ha hecho dar de sí” para lograr que los alumnos “abran las puertas del asombro”.
El catedrático Santiago Guijarro, compañero del área de Biblia en la Facultad, pronunció la Laudatio. “Al hacer hoy el elogio de este hombre ilustre, lo hacemos sabiendo que estamos elogiando la obra que Dios ha hecho con él”, valoró Guijarro.