El arzobispo emérito de Tánger debate sobre el papel de las ONG de la Iglesia en la sociedad junto a la religiosa María José Mariño en una mesa redonda moderada por Ana Pastor y organizada por Vida Religiosa y Redes
“Una fe sin incidencia política queda reducida a religión tranquilizadora”. Así lo expresó ayer por la tarde el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, en una mesa redonda junto a la religiosa María José Mariño, miembro del equipo de Incidencia Política de Redes. Moderados por la periodista Ana Pastor, los consagrados debatieron sobre el papel de las ONG de la Iglesia en la sociedad en el salón del Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid con motivo del último número monográfico de la revista Vida Religiosa, cabecera de los claretianos.
“Unir fe e incidencia política ya le resulta a esta sociedad una provocación increíble”, comenzó advirtiendo Pastor, dando paso a Agrelo. El religioso franciscano aseguró, según recogen en un comunicado los claretianos, que, “con mis palabras, como arzobispo, me comprometí políticamente, pero yo nunca quise faltar el respeto a nadie, aunque el hecho es que si uno actúa en conciencia y defiende aquello en lo que cree, ha de estar dispuesto a asumir las consecuencias”.
“Entonces, si la Iglesia llega muy lejos en la defensa de lo que cree, ¿qué le puede pasar?”, cuestionó la moderadora. “Es importante tener presente que el profetismo, el ser profeta, es irrenunciable para una persona de fe”, incidió Mariño. “Y no hablamos de una fe en un Dios cualquiera, sino en la fe en el Dios de Jesús de Nazaret”, completó Agrelo. En este sentido, añadió: “Si la fe se quedase sin incidencia política, mucho me temo que se habría quedado también sin el Evangelio”. “La incidencia política en la Iglesia necesita ser portada”, continuó Mariño.
“La Iglesia es más de verdad cuando conecta con la sociedad a la que se dirige”, insistió Pastor. “Pero la forma de ser Iglesia donde desaparezca el compromiso político es difícil de entender”, respondió Agrelo. Y continuó: “Sea o no consciente de ello, dentro de mí anida una idea política que me gustaría no ya ver realizada, pues se trata siempre de una utopía, sino verla deseada, buscada, soñada, añorada y, de alguna manera, esbozada en la realidad. Esa visión política de la realidad ahonda sus raíces en mi fe cristiana”.
A los fieles que no ponen en práctica los cuatro verbos del Papa -acoger, promover, proteger e integrar- con los migrantes, también les lanzó un mensaje: “Es más fácil y tranquilizador comulgar en la boca que abrazar a un pobre”.
“Creo que estamos en una Iglesia en que no hay conciencia asumida de la incidencia política de la fe, pero sí que hay pretensión de incidir como Iglesia en posiciones políticas que no vienen desde la fe”, concluyó Agrelo.