‘Unzué. El último equipo de Juancar’, dirigido por Xavier Torres, Santi Padró y Jesús Muñoz es el retrato del día a día, durante más de dos años, del ex portero y ex entrenador de porteros del Barça desde que hizo público su diagnóstico. Con él se propuso dos cosas: visibilizar la ELA y montar un gran evento para recaudar fondos. Y lo logró. El partido de fútbol entre el FC Barcelona y el Manchester City, con una asistencia de más de 91.000 espectadores, recaudó cuatro millones y medio de euros destinados a la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica.
PREGUNTA.- El lema de la película es “lo que no es visible no existe”, ¿justo es eso lo que pretende desmontar este documental?
RESPUESTA.- Sin ninguna duda. Es el primer objetivo y el que no ha variado: hacer visible esta enfermedad, explicarla tal y como es sin ocultar nada pero desde una gran humanidad.
P.- El documental está, pese a todo, atravesado de positividad…
R.- Sí, porque pese a la degeneración y atrofiamiento del sistema muscular, la pérdida de movilidad, las dificultades respiratorias, hay algo que nos retroalimenta, entre todo el grupo, a seguir adelante. Además, tengo la sensación de seguir sintiéndome útil de una forma diferente a la mayor parte de mi vida. Viene de la sensación de que ayudas, de que das algo y todo lo recibes de una forma multiplicada. Aunque no te lo creas, eso me genera una felicidad tremenda y hace que cada mañana esté motivado para seguir adelante.
Al espectador le digo que no va a ir a ver un dramón sino una cinta llena de motivación. A pesar de que las circunstancias puedan ser muy complicadas –que lo son–, verá una parte positiva a la que poder agarrarse. Agarrarnos. Eso tratamos de transmitir pero de forma natural, sin moralina ni impostación. Enseñamos nuestro día a día con momentos buenos y otros peores; enseñamos la cruda realidad pero también la forma en que queremos seguir disfrutando de la vida.
P.- ¿La lucha más difícil es la aceptación?
R.- Yo me he sentido un privilegiado porque esa aceptación ya apareció el día del diagnóstico de forma natural. Sentí que algo que no podía controlar ni cambiar solo podía aceptarlo. Esa es mi mayor goleada: la aceptación. Eso me ha dado la posibilidad de preguntarme: ¿qué puedo hacer en esta nueva circunstancia? Lo que estoy haciendo. Me ha dado un propósito nuevo de vida.
P.- ¿Qué papel juega el amor de su familia y su “equipo de afectados”?
R.- La clave está en que las personas queremos no solo ser amadas, sino tratadas con respeto y cariño. Percibir eso de la gente, de mi entorno, le da sentido a mi nueva vida. Sin ellos, toda mi lucha sería estéril. (…)