Francisco ha abierto la Asamblea General del Episcopado italiano, que se celebra el tema ‘Escuchando lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Pasos hacia el discernimiento’
Juventud y vocaciones, finanzas e ideologías, ministerio de sacerdotes y seminarios, paz, medio ambiente y atención a la caridad. Esta última es una característica de la Iglesia italiana por la que ha mostrado gran estima. Ha sido, tal y como relata el periodista Salvatore Cernuzio en Vatican News, un diálogo franco y sereno esta tarde, 22 de mayo, entre el papa Francisco y los más de 200 obispos de la Conferencia Episcopal Italiana, reunidos para la 77 Asamblea General en el Vaticano.
El Papa abrió los trabajos de la reunión de primavera de los obispos, que tendrá lugar desde hoy hasta el 25 de mayo en el Aula Nueva del Sínodo, sobre el tema ‘Escuchando lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Pasos hacia el discernimiento’. Mañana, martes 23, a las 09:00 horas, habrá una introducción del cardenal presidente Matteo Maria Zuppi.
Han sido tres horas de conversación a puerta cerrada entre el Papa y los prelados de todas las regiones del norte, sur y centro de Italia, precedidas de un momento de oración común e intercaladas –como es habitual– con preguntas (unas quince esta tarde) y respuestas. Entre los temas principales, según informaron algunos obispos al margen del encuentro, están las vocaciones, los seminarios y sus posibles fusiones. Un tema, este último, también abordado por el Papa en la audiencia de finales del pasado mes de marzo con los obispos de la Conferencia Episcopal de Calabria. Centrarse también en el ministerio de los sacerdotes, a los que, como siempre, el Pontífice ha pedido a los obispos que muestren cercanía.
También se hizo referencia a la paz, urgencia que concierne a todos, luego a las ideologías de nuestro tiempo, luego a los diversos problemas culturales y a la cuestión de las finanzas, que a menudo representan una dificultad para la Iglesia. En el centro también los problemas medioambientales para los que es necesario un cambio de mentalidad. Un nuevo estilo exige también el camino sinodal que involucra a la Iglesia de los cinco continentes: el tema estuvo en el centro de algunas preguntas. Junto a esto también la invitación a estar atentos a la pobreza, a la vieja ya la nueva, y sobre todo a no dejar nunca fallar la caridad. Precisamente en el aspecto caritativo, el Papa expresó su estima por la Conferencia Episcopal Italiana, que se dedica desde hace años a la acogida de inmigrantes y refugiados.
Precisamente sobre el tema de los migrantes, el Papa Francisco, al final del encuentro, entregó a cada uno de los obispos de la CEI el libro ‘Fratellino‘, un volumen que narra con lucidez y a veces con crudeza la vida del migrante Ibrahima Balde, transcrito del poeta Amets Arzallus Antia. Es la historia de un joven de Guinea que dejó su país para buscar a su hermano pequeño, quien a su vez partió para llegar a Europa. Destino nunca alcanzado. El autor relata los dramas vividos en primera persona: la travesía del desierto, el tráfico de seres humanos, el encarcelamiento, la tortura, la policía, el viaje por mar, la muerte.
El papa Francisco ha citado el volumen, editado en Italia por Feltrinelli, en varias ocasiones, tanto en algunas ruedas de prensa en el avión de regreso de viajes apostólicos, como en algunas audiencias. El último, el de los refugiados llegados a Europa por iniciativa conjunta de Sant’Egidio, las Iglesias Evangélicas, la Mesa Valdense y la Iglesia Italiana, los cuales fueron recibidos en el Vaticano el 18 de marzo. Un “cuadernillo”, como lo definió el Papa, que perfila en todo su dramatismo “el Vía Crucis” de tantos hermanos y hermanas en todo el mundo.