El obispo auxiliar de Getafe, José María Avendaño, se estrena oficialmente como acompañante de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), después de incorporarse a la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española. Así se puso de manifiesto esta mañana durante la apertura de la Asamblea General de la plataforma que aglutina a los consagrados de nuestro país y que se reúne desde hoy en Madrid.



“Aprendí di mi madre Jorja y de mi padre Cándido que siempre me presentara así: José Maria Avendaño Perea, para servir a Dios y a usted”. Con esta cercanía, el prelado se presentó ante el auditorio con el convencimiento de que “para acompañar uno tiene que conocer a quien acompaña”. “Tengo que conoceros”, expuso Avendaño, que hizo un repaso sobre su trayectoria vital, unida desde su infancia hasta hoy a diversas familias carismáticas. “La vida religiosa la he llevado tan cerca de mi corazón… Me habéis ganado el corazón, porque os admiro y doy muchas gracias por ustedes”, añadió.

Luz en la frontera

A partir de este trato cotidiano, lo mismo con oblatas que con calasancias, el pastor elogió a los presentes: “Sois esa luz que estáis en la periferia, en la frontera… ¡Qué valientes! Ahí donde otros nos quedamos elaborando programas y planes, ahí estáis los religiosos, siendo y haciendo”. “En este mundo donde abunda el aislamiento, el individualismo y el ‘a cada uno lo suyo’, ustedes fomentan la fraternidad y la comunión que brota del Evangelio”, remarcó, con un añadido: “Gracias por vuestro defender y cuidar a la Iglesia”.

“Me presento ante vosotros con temor y temblor, y con humildad”, compartió el obispo auxiliar de Getafe sobre la nueva responsabilidad que asume: “Doy gracias a Dios y pido que el Espíritu Santo afiance en vosotros todo lo que ha puesto en vuestro corazón”.

A lo largo de su intervención, Avendaño hizo referencia a la comunidad de la Compañía de Jesús en la madrileña calle Maldonado que acoge por primera vez esta asamblea de Confer. “Estamos en casa de los jesuitas. Aquí he venido muchas veces a rezar junto al cuerpo de san José María Rubio, el padre de los pobres que estuvo en la Ventilla entregando su vida y al que nos encomendamos”.

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