Una XXIX Asamblea General -que lleva por título ‘Rostros de luz’- para “detectar algunos desafíos más importantes que tenemos, como congregaciones, en estos momentos”. De esta manera ha presentado la jornada la vicepresidenta de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Lourdes Perramon, OSR.
“Estos retos afectan, tanto a nuestra identidad como religiosos y religiosas, como a la misión a la que estamos llamados a desempeñar desde cada uno de nuestros carismas”, ha puntualizado la oblata del Santísimo Redentor, acompañados en la mesa presidencial por el nuncio apostólico, Bernardito Auza; el obispo de León y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Luis Ángel de las Heras, CMF; el secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Toledo, Francisco César García Magán; el obispo auxiliar de Getafe, José María Avendaño; el presidente de la CONFER, Jesús Díaz Sariego, OP; y Jesús Miguel Zamora, FSC, secretario general de la CONFER.
En el mismo sentido, la religiosa ha señalado que “tenemos desafíos que afectan especialmente a la vida comunitaria, sororal y fraterna. Todas las congregaciones experimentamos el duelo en la escasez de vocaciones, el envejecimiento y la pérdida de dinamismo comunitario. Desafíos que interpelan a nuestra identidad y a nuestra razón de ser como religiosos y religiosas para la Iglesia y para el mundo”.
Para Perramon, “la Proclamación del Evangelio, al que estamos llamados a servir, requiere nueva creatividad. Estamos en un tiempo nuevo. Nuevas preguntas que debemos identificar bien para hallar las respuestas más apropiadas desde nuestra condición de consagrados”. “Observamos que la relación con el mundo ha cambiado. Hemos de ser lo suficientemente sabios y proféticos para percibir los giros del mundo y para situarnos en ellos. Nuevos modos de relación se nos piden. Aquí y ahora”, ha aseverado.
Según la vicepresidente de la CONFER, “la vida y la misión que representan los carismas requieren, como reiteradamente nos recuerda el papa Francisco, un vino nuevo en odres nuevos”. Y ha continuado: “A lo largo de estos últimos años hemos experimentado muchos cambios en nuestras estructuras y modos de organizarnos. La fidelidad a la misión a la que el Señor nos ha enviado nos inquieta especialmente. Esto nos ha llevado a importantes reestructuraciones institucionales para así redimensionar mejor la misión apostólica que hemos de procurar”.
“Por necesidad hemos intentado responder a los nuevos tiempos -ha proseguido-. Por necesidad, sí, hemos programado algunos cambios. Pero nos preocupa nuestra fidelidad. ¿Por qué no hacer de la necesidad una virtud? La necesidad puede llevarnos a la fidelidad. Por fidelidad hemos de procurar los cambios que los nuevos tiempos nos demandan”.
Como ha destacado Perramon, “el momento cultural y religioso en el que nos encontramos es el escenario donde todas y todos estamos llamados a discernir la Palabra de Dios. La Palabra se manifiesta en los signos de cada tiempo. Esto nos anima especialmente. Hace posible que los desafíos, por duros o desconcertantes que parezcan, se vuelvan apasionantes para la vida consagrada”.
Al mismo tiempo, ha animado a los superiores mayores: “Es el momento para hacer realidad el mejor profetismo de los sabios y la mejor sabiduría de los profetas. La sabiduría de los sabios y el profetismo de los profetas van de la mano. No puede existir la una sin la otra. La Vida Consagrada ha de tejer esas dos dimensiones que refuerzan nuestra identidad carismática. Este es nuestro objetivo principal”.
Por otro lado, haciendo alusión al lema de la Asamblea -‘Rostros de luz’-, Jesús Díaz Sariego ha indicado que “este eslogan es claro y contundente”. “Solamente los seres humanos tenemos ‘rostro’. Cada uno y cada una tenemos nuestro propio rostro, irrepetible, único. El ‘rostro’ es reflejo del mundo interior, de las vivencias más personales. Trasluce nuestra humanidad. La espiritualidad que nos sostiene y alimenta”, ha señalado.
“Para nosotros la luz no deja de ser un misterio. Si nos fijamos en su transmisión podemos deducir un mensaje para nosotros. Nos inspiramos, para ello, a un cierto silogismo poético. Si la luz se transmite por ‘ondas’ expansivas como el sonido, entonces tiene la fuerza de la palabra; de la Palabra que ilumina, de la Luz hecha Palabra en medio de la oscuridad. Pero si la luz es un conjunto de partículas en expansión, entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la sinodalidad; de la presencia viva en comunión. Pero también de la filiación, de la concreción en la carne con ‘rostro’, en la carne de Alguien que tiene ‘rostro’”, ha explicado.
Además, ‘Rostros de la luz’ “se inspira en la experiencia bíblica de la fe. Nos evoca las raíces y nos lanza esperanzados hacia el futuro. Nos entronca con la presencia de Dios en nuestras vidas y nos renueva en la propia vocación y carisma en el que hemos profesado”.
Según ha señalado el dominico, “la luz alumbra la vida, ilumina los pasos del camino, ofrece calor y humanidad a nuestro trabajo, nos abre horizonte hacia lo transcendente. Somos hijos e hijas de la luz”. “Nos invitamos, como superioras y superiores mayores de nuestras congregaciones a contemplar con actitud comprometida la Luz que Jesucristo, en su Pascua, nos ofrece. Su Luz quiere resplandecer en nuestro rostro. En el rostro personal de nuestros hermanos y hermanas; en el rostro institucional de los carismas; en el rostro apostólico de las obras”, ha agregado.
En esta ocasión, los religiosos estrenan metodología. La ponencia marco la ofrece el salesiano Pascual Chávez. Su disertación se basa en dos ejes clave en la vida consagrada: ‘Memoria’, por un lado, y ‘Profecía’, por el otro. Tras la ponencia, los talleres, a cargo del grupo de teólogos y teólogas de la CONFER: Ricardo de Luis Carballada, OP, Víctor Herrero de Miguel, OFMCap, José Ignacio García Jiménez, SJ, y Carmen Román Martínez, OP.
“Que sea oportunidad para iluminar nuestras búsquedas, para sustentar los envíos a ser rostros de luz para tantas vidas en el presente y abrirnos nuevos caminos de luz para el futuro”, ha concluido Sariego.