“El acuerdo de paz nos ha dado una esperanza para que haya una verdadera reconciliación”. Es la voz de Markos Gebremedhin, CM, vicario apostólico de Jimma-Bonga. Él es uno de los cuatro obispos de Etiopía que está de visita en España gracias a Manos Unidas. Y es que la ONGD de la Iglesia cuenta en el país del Cuerno de África con varios proyectos para ayudar a la población local, entre los que se incluyen programas de saneamiento y abastecimiento de agua, ayuda alimentaria, educación, servicios sanitarios y otros para paliar la sequía o los estragos de la guerra de Tigray.
Los prelados hicieron un agradecimiento coral a la ONGD. Seyoum Franso Noel, vicario apostólico de Hossana, ha señalado que, “en medio de desastres naturales y humanos, está la ayuda de Manos Unidas para sostener a la población”.
Más allá de los agradecimientos, tras la presentación de Goril Meisingset, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en el Cuerno de África, de la actual situación en el país, Noel ha destacado que “nuestra prioridad es educar a la población para la construcción de la paz”.
La realidad es que los obispos miran con esperanza la paz firmada en noviembre de 2022 entre los principales contendientes: la región de Tigray, por una parte, guiada por los guerrilleros del FLPT (Frente de Liberación del Pueblo Tigriño), y, el ejército nacional, por la otra. Una guerra brutal y devastadora de dos años, cuyos muertos se calculan en más de medio millón.
Entre las voces de paz se encuentra el primer ministro, Abiy Ahmed, quien en 2019 fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, su popularidad, pese a sus empeños en sentarse a negociar, ha caído en picado.
Preguntado por Vida Nueva sobre esto, Gebremedhin ha señalado que, “antes de recibir el galardón, gozaba de popularidad por su labor de paz entre Eritrea y Etiopía. Siempre ha buscado el diálogo y tiene ganas de conseguir una paz duradera, pero no es fácil”. “Me alegro por su premio, pero dejar atrás la guerra no es sencillo. Apreciamos su apuesta por el acuerdo de paz, porque muchas personas han perdido la vida por el camino, y todos debemos contribuir en ello”, ha agregado.
El cardenal Berhaneyesus Souraphiel, CM, arzobispo de Adís Abeba, ha denunciado que “muchas personas han muerto, otros han sido desplazados y hay muchos abusados”. Como líder de la Iglesia en el país, ha afirmado que “tiene la responsabilidad, por los católicos, pero también por toda la sociedad, de formar parte de la reconciliación”
En medio de la pobreza, en una diócesis que cuenta con un territorio en el que viven más de 16 millones de personas, ofrecen capacitación profesional en cocina, mecánica, construcción e informática. “Nos centramos mucho en las mujeres, para que cuentan con herramientas para poder vivir”, puesto que no siempre son reconocidas, ha agregado el purpurado.
En relación a los desplazados internos, Souraphiel ha destacado que “Etiopía es uno de los países más acogedores de África”: “Aquí hay refugiados de Siria, Irak, Libia, Somalia, Eritrea, Sudán del Sur o Yemen. Todos nos agradecen nuestra hospitalidad y seguimos acogiendo a refugiados”.
Por otro lado, Lisane-Christos Matheos Semahun, eparca de Bahar-Dar, cuya diócesis se encuentra en la frontera con Sudán y Yibuti, ha insistido en la necesaria reconciliación entre etnias como los gumus y los amara. “Nuestro objetivo como Iglesia es que la gente experimente la paz”, ha recalcado el máximo responsable eclesial de una eparquía en la que intentan pagar, aunque cada vez con más dificultades, las matrículas académicas de los menores para que puedan estar escolarizados, ya que “las familias no pueden hacerse cargo”.
Asimismo, ha lanzado un especial agradecimiento a la ONGD por la clínica que en tres semanas van a reabrir, llevada adelante por las hermanas ursulinas, y que permitirá que las futuras mamás no tengan que desplazarse a otra ciudad para tener a sus niños.
Al igual que Adis Abeba, un problema de densidad de población lo tiene Hossana. “El área central de mi diócesis está superpoblada y los jóvenes emigran a Susáfrica. Allí, las chicas acaban siendo víctimas del tráfico de personas y son enviadas, incluso, a Oriente Medio”, ha señalado lanzando la voz de alarma. “El desempleo, la pobreza y la inmigración son los grandes desafíos de la diócesis que pastoreo”, ha aseverado.
Manos Unidas lleva más de 35 años trabajando en Etiopía. Solo en los últimos cinco años (2018-2022), ha apoyado en el país 58 proyectos de desarrollo y emergencia por casi 3,1 millones de euros. Y es que la pobreza, sumado a las sequías prolongadas o a las graves inundaciones, lleva a que ahora mismo en Etiopía haya más de ocho millones de personas necesitadas de ayuda de emergencia.