Lizardo Estrada Herrera es el nuevo secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) para el periodo 2023-2027. La vida de este agustino cambió en 2021, cuando fue nombrado obispo auxiliar del Cusco. Desde entonces en ese tráfago diario “me ha tocado visitar todos los rincones de nuestra arquidiócesis para celebrar fiestas patronales, confirmaciones, reuniones diversas y trabajo administrativo”.



Así, en enero de este año ha sido elegido secretario general de la Conferencia de Obispos de Perú. Nació el 23 de septiembre de 1973, en la provincia de Cotabambas, departamento de Apurímac, una región de mayoría indígena. Allí aprendió por influencia de sus padres a dominar la lengua quechua de la que se siente muy orgulloso. “Soy un obispo de corazón indígena”, comparte con Vida Nueva.

PREGUNTA.- ¿Cómo ha recibido esta encomienda del CELAM?

RESPUESTA.- Con asombro, pero también con gran alegría, porque implica un servicio a una Iglesia en salida, que quiere renovar su compromiso con las periferias y caminar en sinodalidad. Con la seriedad que implica, recordando lo que dice nuestro papa Francisco en  ‘Evangelii gaudium’: el tiempo es superior al espacio. Por tanto, será más importante abrir espacios e iniciar procesos, que ocupar puestos y, sobre todo, atendiendo a lo más fundamental: escuchar, discernir y actuar.

P.- ¿Qué cree usted que le ha llevado a ocupar estos cargos tan importantes para la Iglesia en América Latina y el Caribe?

R.- Sería un poco ególatra definir lo que la Asamblea ha visto en mí. Sin embargo, quiero reafirmar que en estos nuevos tiempos la Iglesia latinoamericana y caribeña se concibe misionera. Me pongo al servicio de los procesos de inculturación de la fe, de la escucha atenta, de esa parresía que es testimonial.

P.- ¿Cómo es un día en la vida de Lizardo Estrada?

R.- Desde hace dos años que fui ordenado obispo fui aprendiendo mucho de Richard Daniel Alarcón, que es mi arzobispo. Él fue como un padre, como un hermano mayor, como un amigo y me iba guiando. Desde entonces me he mantenido siempre ocupado, pero con la satisfacción de la tarea cumplida.

Opción por los pobres

P.- ¿Cómo se describe?

R.- Soy un hermano más, un sacerdote o un obispo es, sobre todo, hermano, que quiere y desea servir a las periferias, salir a las fronteras humanas y expresar incesantemente una opción preferencialmente por los más pobres, que son los preferidos de Dios.  Soy un sacerdote que quiere escuchar, dialogar, que quiere atender y tender puentes; servir como vehículo de amor al Padre.

P.- A propósito de ello, tiene usted un estilo muy particular de vivir su investidura episcopal. Por ejemplo, llama “hermano” a todos, desde el portero al cardenal, ¿seguirá estableciendo este estilo el ahora como secretario general del Celam?

R.- Ese término hermano no es mío, es un término propio del magisterio y, en especial, en temas de la Doctrina Social de la Iglesia. Basta leer ‘Fratelli tutti’, un término que se encuentra desde el inicio al fin. No debería para nadie ser motivo de sorpresa esa expresión por parte de un obispo, todos somos hijos de Dios y debemos amarnos como si papá Dios fuera quien nos lleva adelante. Solo sabiéndonos hermanos nos hacemos responsables del uno al otro.

Ya no seríamos prójimos unos a otros, sino próximos, que significa hermano o cercano.  Tampoco olvidemos a san Francisco de Asís que llamaba a todos, incluso a los elementos naturales como el sol o la luna, hermanos. Por tanto, ese término va a continuar conmigo, me gusta y también quiero que me traten así, como uno más, no como alguien que está por encima o abajo, pues soy un hermano que camina al lado también.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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