Cono Sur

El arzobispo electo de Buenos Aires envió un mensaje a la Iglesia porteña





El nuevo pastor de la Iglesia de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, quiso compartir con toda esta comunidad un saludo “desde el corazón que, emocionado le dice a Jesús como Pedro en el Evangelio de hoy: ‘Señor, tú lo sabes todo. Sabes que te quiero’” (Jn 21, 17).



Además compartió algunas reflexiones sobre el lema que Cáritas Argentina lanzó para la campaña de la Colecta anual: ‘Mirarnos. Encontrarnos. Ayudarnos’.

Mirarnos…

El arzobispo electo recordó que en la pandemia hubo que aprender a expresarse con la mirada. El uso del barbijo no permitía mostrar la sonrisa, una bronca o un morderse los labios para no llorar. Sin embargo, la mirada es el espejo del alma, y los llantos, el desconsuelo ante el dolor por los que no pudimos despedir, las lágrimas derramadas, permitieron limpiar la mirada y renovar en la esperanza.

Por eso, como nuevo pastor de la arquidiócesis, pidió “mirarnos”; “… poder detener el ritmo vertiginoso de la ciudad y reconocernos, descubrirnos en la mirada del hermano“. Y aludiendo al documento final del I Sínodo de Buenos Aires, brindó los motivos: “porque ‘Jesús sigue caminando por nuestras calles en las personas con las que nos cruzamos'”.

Encontrarnos…

García Cuerva señaló que para que ese encuentro sea real, debemos salir de nosotros mismos, tener un corazón abierto, superar los propios límites, animarse a la diversidad propia de la ciudad, y, entre todos, forjar la cultura del encuentro frente a la cultura de la indiferencia, de la que habla el papa Francisco.

“Nos iremos encontrando en la calle, en el colectivo, en el subte, en las parroquias y colegios, o en una plaza, e iremos compartiendo la fe y la vida“, aseguró. Y anticipó que él también se irá reencontrando con su historia en la ciudad, su vida familiar, de estudios y sus afectos.

Ayudarnos…

Como titular de la arquidiócesis de Buenos Aires y desde sus propias fragilidades, indicó que su deseo es entrar en comunión con las heridas del pueblo, con los otros obispos, con los sacerdotes, los religiosos y consagrados, con el laicado, los ancianos, los jóvenes y los niños, experimentando todos la infinita misericordia de Dios.

“Nadie puede solo en la vida, nos necesitamos. Y yo voy a necesitar mucho de la ayuda de todos ustedes“, aseveró.

Se unió a la gratitud de la Iglesia de Buenos Aires por el fecundo trabajo pastoral del cardenal Mario Poli, “con quien nos conocemos hace muchos años; con él compartimos la pasión por la historia”.

Finalmente, desde la diócesis del fin del mundo, Río Gallegos, le pidió a Dios que bendiga mucho a esta comunidad y a su Madre para que “acompañe nuestro caminar de pastor y pueblo, pueblo y pastor“.

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