Hace unas semanas, el Vaticano anunciaba que, a través del Instituto Pablo VI de Brescia (Italia), se haría entrega del ‘Premio Pablo VI’ al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella. Con este objetivo, el Papa ha recibido hoy en audiencia a los miembros de dicha organización y al presidente.
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“El Concilio Vaticano II, por el que debemos estar tan agradecidos a San Pablo VI, subrayó el papel de los fieles laicos, destacando su carácter secular”, ha dicho el Papa, subrayando que, “de hecho, en virtud del bautismo, los laicos tienen una verdadera y propia misión que cumplir en el mundo, es decir, implicados en todos los trabajos y asuntos individuales del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social”.
Entre estas ocupaciones, ha aseverado, “se destaca la política”, la cual, como ha señalado Francisco en palabras de Pío XII, “es la forma más alta de la caridad”. Para ello, ha apostillado, es importante no perder de vista la palabra “servicio”. “San Pablo VI decía que quienes ejercen el poder público deben considerarse servidores de sus compatriotas, con el desinterés y la integridad que convienen a su alto cargo”. Y, sin embargo, ha añadido Francisco, “sabemos bien lo difícil que es esto y cómo la tentación extendida, en todas las épocas, incluso en los mejores sistemas políticos, es hacer uso de la autoridad en lugar de servir a través de la autoridad”.
De la desconfianza a la indiferencia
“Creo que hoy la entrega del Premio Paolo VI al presidente Mattarella es una muy buena oportunidad para celebrar el valor y la dignidad del servicio, el más alto estilo de vida, que antepone a los demás a las propias expectativas”, ha afirmado Francisco: “Que esto es cierto para usted, señor Presidente, lo atestigua el pueblo italiano, que no olvida su renuncia a un merecido descanso hecho en nombre del servicio que le exige el Estado”.
Sin embargo, el Papa ha recordado que “el servicio corre el riesgo de quedar como un ideal un tanto abstracto sin una segunda palabra que nunca se pueda separar de él: responsabilidad”. “Es, como la propia palabra lo indica, la capacidad de ofrecer respuestas, apoyándose en el compromiso de uno, sin esperar a que otros las den”, ha aseverado.
De esta manera, la responsabilidad se hace necesaria en un momento en el que “es casi automático culpar a los demás, mientras la pasión por el conjunto se desvanece y el compromiso común corre el riesgo de eclipsarse frente a las necesidades de cada uno; donde, en un clima de incertidumbre, la desconfianza se convierte fácilmente en indiferencia”.
“Sí, el sentido de la responsabilidad y el espíritu de servicio fueron para San Pablo VI la base de la construcción de la vida social”, ha aseverado Francisco. “No son utopías, sino profecías; profecías que exhortan a vivir ideales elevados. Porque los jóvenes necesitan esto hoy. Y me complace, señor Presidente, ser instrumento de gratitud en nombre de todos aquellos, jóvenes y mayores, que ven en usted un maestro, un maestro sencillo, y sobre todo un testimonio coherente y cortés de servicio y responsabilidad”.