“Cuando vemos una película romántica, siempre deseamos un final feliz que antes o después lleva, pero en la realidad, por nuestra historia personal, puede que hablemos y que no nos entendamos, porque a veces partimos de una cosmovisión en la que no es fácil encontrarse”. Con esta reflexión inicial, Dolores López Guzmán arrancó la ponencia de la tarde de las VII Conversaciones PPC, celebradas hoy en el Colegio Mayor Mara en Madrid.
A partir de estas palabras, ahondó en tres palabras para desactivar la polarización: comunión, diálogo y reconciliación. Y lo hizo desde su experiencia como profesora de la asignatura ‘Actualidad del Perdón y reconciliación’, tanto en la facultad de Teología de la Universidad Pontifica Comillas, en el Instituto Teológico de Vida Consagrada de Madrid, y en el Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca.
“La cultura del encuentro es muy bonita pero una tarea para toda la vida”, expuso sobre este desafío lanzado por el Papa Francisco a la Iglesia, consciente de que “siempre vamos a estar tentados por la polarización, porque nos ayuda a reafirmarnos en nuestras propias ideas, no ceder ante el otro”.
“Hay que tomar conciencia clara de que no siempre es posible el encuentro pleno o el encuentro con todos, aunque tenga deseo de encuentro con todos”, expuso con realismo. Así, constató que “los conflictos forman parte de la existencia y se dan parte incluso dentro de uno mismo”. A la par, apuntó que “Con mi actitud ante la vida, me juego la posibilidad de reconciliarme con el otro”.
En este sentido, expuso que “hay una objetividad de la situación que va más allá de mí, porque eso implica mucha renuncia al propio interés”. “Tenemos que aceptar los tiempos, los míos y los de otros, los tiempos generacionales y esperar al tiempo oportuno, al kairós”, dejó sobre la mesa.
Con una mirada esperanzadora, compartió que “este mundo tan polarizado que nos imposibilita porque nos imposibilitamos el encuentro es el que es querido y amado por Dios hasta el extremo”. Por eso, planteó la necesidad de que las comunidades creyentes y cada cristiano ponga manos a la obra para “resetear, descentralizar y descentrarnos” en aras de la reconciliación.
“Hay cierto cansancio de tanto enfrentamiento, hoy hay anhelo de comunión”, añadió, sabedora de que “no es posible la reconciliación plena, pero podemos dar pasos hacia la reconciliación plena”. Así, expuso que, “cuando estamos ideologizados y polarizados, el silencio es sanador, para mirarnos de otra manera, para escucharnos de manera distinta, para suavizar las heridas”.