Javier Fariñas, redactor jefe de ‘Mundo Negro’, acaba de publicar en la editorial comboniana el libro ‘Habar iza Francisco’ (‘qué nos cuentas’ en suajili) donde compendia el magisterio del Papa sobre África. Un volumen necesario y que siempre será de obligada consulta para comprender la intensa relación del pontífice jesuita con el continente negro. El autor, por cierto, lo firmará en la Feria del Libro de Madrid. Será este sábado 3 de junio, de 18:00 a 19:00 horas, en la caseta 277, de la Editorial Mundo Negro.
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PREGUNTA.- El primer Papa latinoamericano de la Historia está siendo un viajero infatigable. Pero, en esta primera década de pontificado, ha demostrado que su apuesta por las periferias va más allá de las palabras, rechazando ir a la gran mayoría de países de tradición católica de Europa para centrarse en aquellos en los que los cristianos son una clara minoría o sufren situaciones ciertamente dramáticas. En este sentido, África es uno de los pulmones de la ‘era Francisco’…
RESPUESTA.- África es, y lo será hasta el final de su pontificado, esencial para Francisco. Muchos en España no lo entienden, pues reclaman que sus predecesores han estado varias veces en nuestro país, pero la opción de Bergoglio es clara: quiere visitar las Iglesias minoritarias, alejadas o que tienen graves problemas. En este sentido, no es debatible que apueste por querer acompañar las periferias humanas y existenciales.
Pero ya no son solo sus visitas. En estos diez años de papado, Francisco ha hablado de África unas 450 veces, en todo tipo de discursos, ángelus u homilías. Si lo calculamos, vemos que nos habla de África de media una vez por semana. De diversos modos, se dirige directamente al continente o, lo que también es muy importante, transmite la realidad de África al mundo. Esto es esencial, pues estamos ante el continente más silenciado por los medios, hasta el punto de que muchas veces parece invisible.
Este es un legado que nos deja Francisco. Frente al hecho de que estamos ante una región del mundo poco y mal conocida, el Papa realiza una labor pedagógica y nos habla de la realidad que se vive en 55 países poblados por 1.4000 millones de personas. Lo que, sin duda, parece bastante justo.
Cuatro momentos
P.- Bergoglio ha estado en Kenia, República Centroafricana y Uganda, en 2015; en Egipto, en 2017; en Marruecos, en 2019, yendo también ese año a Mozambique, Madagascar y Mauricio; y a República Democrática del Congo y Sudán del Sur, en 2023. Aunque sea una misión imposible, ¿qué momento te impactó más del Papa en suelo africano?
R.- Me es imposible elegir solo uno. Pero sí puedo señalar cuatro imágenes que me han impactado. La primera se dio en su primera visita a África. En Uganda, en el suburbio de Kangeni, le dijo esto a la gente: “Me importáis”. Les transmitió que estaban en el centro de su acción, su pensamiento y su oración. Fue increíble y me llegó mucho.
El segundo momento fue la apertura de la Puerta Santa del Año de la Misericordia en Bangui, en un momento en el que el conflicto entre los balaka y los antibalaka estaba desangrando a la República Centroafricana. Ese día, el centro de la cristiandad no fue Roma, sino Bangui. Fue muy impactante.
El tercero fue, en Roma, cuando se arrodilló ante los líderes sursudaneses para besar sus pies y clamar por la paz… En relación con este gesto, semanas atrás, en su visita a Juba, ha recordado que en Sudán del Sur todavía no se ha hecho lo suficiente para lograr la paz. Se lo ha recriminado a sus representantes, haciendo ver que ‘no lo hemos conseguido aún’.
El cuarto se ha dado en su último viaje, en R.D. Congo, donde ha clamado que “África no está para ser saqueada”. Simple cuestión de justicia.
P.- Partiendo de la base de que es un continente vastísimo y cada país tiene su propia realidad nacional, con sus problemáticas y retos, parece evidente que el colonialismo, tanto el político del pasado como el económico que hoy sigue muy presente, ha marcado a numerosas poblaciones africanas. ¿Es esa la prioritaria denuncia de Francisco, que “África es para los africanos?
R.- África es para los africanos… y para el mundo. Pero desde una relación basada en la justicia. Hay que dejar a los africanos que hagan el África que quieren y necesitan. Y luego ya que, en una relación natural, se abran al mundo y ofrezcan las muchas riquezas que tienen.
Recordemos que, en el siglo XIX, en la Conferencia de Berlín, muy lejos de África y sin la presencia de ningún africano, las potencias europeas se repartieron el continente. Luego, desde los años 60, con la independencia de muchas naciones, emergió un neocolonialismo que ha impuesto a la población agendas culturales, económicas o políticas que les son ajenas. China, Rusia o Turquía siguen ‘rascando’ en el continente sin tener en cuenta criterios de justicia, equidad o solidaridad.
Hay que tener en cuenta que roban las tierras, pero también a las personas que viven en ellas. Luego, cuando estas tienen que emigrar, nos rasgamos las vestiduras porque vienen aquí…
Mensajes incómodos
P.- El Pontífice clama constantemente contra la devastación de los ecosistemas, el tráfico de armas y los conflictos que se azuzan desde ciertos despachos que nos son cercanos para dividir más a los pueblos y generar guerras que llenan sus bolsillos. ¿Este mensaje tiene la repercusión que debería en España, en Europa y en los países del mal llamado ‘Primer Mundo’ en los que operan empresas sin conciencia ni límites?
R.- Laudato si’ va más allá de la ecología y es el programa de gobierno global del Papa. Trasciende de lo eclesial y, desde la apelación a la fraternidad humana, nos apela a todos, empezando por las personas que tienen más responsabilidades.
Los mensajes del Papa en este sentido son claros y directos, pero se nos hace demasiado incómodo. Tengo la sensación de que el Papa, siendo el gran referente moral de nuestro tiempo, tenía más altavoces al principio del pontificado. Sigue repitiendo los mismos mensajes, pero nos llegan menos y tienen menos impacto. La razón es que nos son incómodos.
Un claro ejemplo es la migración, de la que nos habla cada día. Recientemente, en Hungría, alabó la acogida a los refugiados ucranianos y eso trascendió… Pero apenas se dijo nada de que también afeó que parece que nos hemos olvidado de los muchos migrantes y refugiados de otros países que siguen llegando y a los que les cerramos las puertas.
P.- Meses atrás, junto a los responsables de ‘Mundo Negro’ y la comunidad comboniana, pudiste verte en audiencia privada con el propio Francisco. ¿Hasta qué punto sentiste que palpita África en su corazón?
R.- Desde el principio, con sus respuestas y actitud, nos dejó claro que África le ocupa y le preocupa. Y que le alegra mucho de que se hable del continente, que sabe silenciado. Él siempre pone en el centro los pueblos y las personas. Empatiza y quiere a las personas concretas, a las que pone de ejemplo cada vez que se refiere a una región o país. Esta cercanía es su gran característica.
Dios, en el centro
P.- ¿Y a ti, cómo te ha configurado África en tu propia vocación profesional, personal y creyente?
R.- Llegué tarde a África… Fue cuando me contrataron en ‘Mundo Negro’. Les dije que solo la conocía por lo que se hablaba de ella en los medios, lo cual es muy poco. Pero enseguida la conocí al hablar con nuestros misioneros, al pisarla por primera vez, al leer su literatura… Y, como dijo el Papa en 2015, a la vuelta de su primer viaje al continente, yo también he experimentado que, cuando conoces África, te sorprende y la quieres.
A nivel espiritual, cuando tienes la oportunidad de vivir allí una misa, te das cuenta de que para ellos es una celebración en el pleno sentido de la palabra. En lo ritual, en lo musical, en la alegría… Lo celebran. Verdaderamente, los africanos ponen a Dios en el centro de su vida.
Fotos: J. Luis Silván/MN.