“Seres que de algún modo habéis formado parte de mi vida y que, seguramente, merecéis una respuesta, aunque tal vez solo sirva para saciar vuestra curiosidad y no vuestra tristeza: me voy porque quiero. Ninguna circunstancia me aboca a ello. Nadie es culpable. Simplemente, me suicido porque no deseo vivir más. Porque me aburro. Adiós“.
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Tras escribir la última palabra, un “adiós” que ya sabe a muerte, Simón coge la pistola y se apunta directamente a la sien derecha. Balbucea unas palabras incomprensibles y se dispone a apretar el gatillo.
En el último instante, algo o alguien le frena.
El viaje
¡Simón, soy yo! Sí, no te asustes, ya sé que desconoces quién soy y que, en teoría, no me ves ni me escuchas. Pero también sé que me ves y me escuchas porque me sientes. Porque, de algún modo, ahora mismo estoy dentro de ti. ¡Qué más da si soy tu alma, un ángel protector o un fantasma primo hermano del que visitó al señor Scrooge en el ‘Cuento de Navidad’ de Charles Dickens!
De hecho, si te es más fácil asimilarlo así y dejas de temblar, nos quedamos con esta última opción: soy alguien o algo que te propone un último viaje antes de que te vueles la tapa de los sesos. Eres libre de decidir, pero te aseguro que merecerá la pena. Y, ya puestos, si esto es el cerrar los ojos para siempre, el punto final, ¿por qué no dejar que sea antecedido por unos breves puntos suspensivos?
Sumerjámonos juntos en un cuento, en una ensoñación, en un viaje sin barreras y en el que visitaremos tiempos distintos, y disfruta… Sí, disfruta, ya que este es tu último suspiro antes de apretar el gatillo y que la escena se oscurezca por completo. Antes de que eso ocurra, permíteme ofrecerte esto. Considéralo un regalo final O, quién sabe, una última oportunidad.
Te lo prometo: sin moralinas ni juicios. Sin respuestas. Es una experiencia. Un camino sin reglas de ningún tipo y en el que no hay ni siquiera fronteras temporales. Si lo quieres ver así, es un regalo de despedida antes de morir. Y luego ya, libre como eres, harás lo que desees.
Ven. Deja tu miedo atrás y cierra los ojos. Vamos, ahora. Dame la mano. ¿Preparado?
¡Cierra los ojos!