Elecciones por sorpresa. En pleno verano. Solo dos meses después de que los españoles hayan elegido a sus alcaldes y a parte de sus presidentes autonómicos, tendrán que volver a las urnas para elegir al próximo presidente del Gobierno. La derrota del Partido Socialista en los comicios del 28 de mayo ha llevado a Pedro Sánchez a precipitar un adelanto electoral. Una cita contrarreloj para los católicos. ¿Cómo debe situarse la Iglesia en esta inesperada campaña? ‘Vida Nueva’ busca respuestas.
Han pasado, ojalá sea cierto, los tiempos en los que la Iglesia decía, sugería hasta casi en aras del “bien común de sus fieles”, decirles qué había que hacer. Han pasado los tiempos de tener toda la razón para decirle a otros lo que deben hacer en unas elecciones.
Eso significa que la Iglesia está en su derecho de proponer lo que cree, desde una postura clara que es la del Evangelio, no desde su modos y maneras de obrar, que pueden estar viciados por la historia o por usos y costumbres. Pero ofrecer lo que ella cree no es imponer ni condicionar. Una cosa no está reñida con la otra. Por lo tanto, respeto a lo que se proponga por cada partido y que recuerde, sin imponer, desde donde se sitúa y los valores que quiere potenciar para que los escuche el que lo desee. Objetividad y respecto.
El adelanto inesperado de la campaña electoral, en nada, a mi juicio, debería cambiar la posición de la Iglesia. La Iglesia es un importante actor social que, no obstante, no juega en el tablero político, máxime cuando además han desaparecido las tradicionales fórmulas de estructuras propias como fueron los partidos democratacristianos.
Estando en las periferias, del lado de los empobrecidos, para desde ahí establecer el diálogo necesario que ayude a fortalecer las instituciones democráticas. Es muy importante que desde ahí se lance un mensaje claro, que haga ver que el poder de las instituciones reside en el pueblo y que es necesario un cambio de lógica en la que se ponga en el centro la dignidad de la persona y el bien común. La Iglesia debe de tener presente lo que el magisterio social defiende con claridad absoluta. Siempre tiene que ponerse del lado de los pobres. Ese fue el lado en que se situó Jesús.
Con voz profética, defendiendo el bien común, poniendo a las personas, sobre todo las vulnerables, en el centro. Haciendo buen uso de sus medios de comunicación social y espacios pastorales, con información veraz orientada a la formación de conciencias críticas, sin apostar por una opción partidista concreta, consciente de que se exigen replanteos de fondo y transformaciones importantes en línea de valores evangélicos y principios de DSI. Instar a la clase política a actitudes de conciliación, diálogo y compromiso para conseguir que nadie quede atrás.