Doctor en Ciencia Política y Economía, es profesor en el máster en Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Pontificia de Salamanca, en convenio con la Fundación Pablo VI
La Universidad Pontificia de Salamanca, en convenio con la Fundación Pablo VI, ofrece desde hace muchos años, en modalidad online, un máster en doctrina social de la Iglesia (DSI) que ya se ha convertido en referencia en un ámbito muchas veces desconocido incluso en ambientes eclesiales. Nos habla de ello uno de sus docentes, Luis Alberto Rivas Herrero, doctor en Economía.
PREGUNTA.- Al ser online, muchos de sus alumnos son españoles, pero también los hay, y en un alto porcentaje, de América Latina. ¿Dónde percibe que la DSI es más conocida, aquí o allí?
RESPUESTA.- La doctrina social de la Iglesia católica es ampliamente conocida y difundida tanto en España como en América Latina. Ambas regiones tienen una larga tradición católica y han experimentado la influencia de los principios y enseñanzas de la Iglesia en materia social y económica.
En América Latina, ha sido especialmente relevante debido a la presencia histórica y la influencia de la Iglesia en la vida de las comunidades y en la lucha por la justicia social. Sin embargo, es importante destacar que la DSI es difundida y estudiada en todo el mundo, y su impacto puede variar según el contexto y el nivel de conciencia y compromiso de los fieles y de la sociedad en general. En otras ocasiones, los creyentes conocen los principales dictados de la DSI, pero no los asocian con la existencia de dicha doctrina.
P.- A la hora de prepararse una clase, ¿qué esencia sobre la DSI quiere que se le quede grabada a fuego a sus alumnos?
R.- Me interesa y preocupa especialmente que los alumnos reciban el mensaje de la consideración de los principios fundamentales de la DSI en la toma de decisiones, en concreto desde el punto de vista de la economía. Hablamos del comportamiento ético y responsable, jerárquicamente superior a la eficiencia, velar por el bien común, el amor al prójimo, la caridad, el diálogo y la cooperación entre las partes, unido a la protección de la dignidad que permita poner a la persona en el centro de las transacciones y decisiones económicas.
P.- Se suele considerar a León XIII, con la encíclica ‘Rerum Novarum’ (1891), como el primer gran impulsor de la DSI. Los papas contemporáneos, cada uno con sus acentos, han reflexionado hondamente sobre el tema. ¿Cuál sería, a su juicio, la aportación más destacable que pudiera poner a uno de los actuales pontífices al nivel de León XIII?
R.- En lo relativo al contenido, la encíclica actual más similar a ‘Rerum Novarum’, de León XIII, podría ser la encíclica ‘Laborem Exercens’, de Juan Pablo II, publicada en 1981. Ambas encíclicas abordan la cuestión del trabajo y los derechos de los trabajadores desde una perspectiva cristiana y social. Tanto ‘Rerum Novarum’ como ‘Laborem Exercens’ defienden la dignidad del trabajo, la justicia social, la solidaridad y la protección de los derechos laborales.
Más allá de la similitud en el contenido, considero especialmente relevantes dos encíclicas, de Benedicto XVI y de Francisco. Respecto al primero, ‘Caritas in Veritate’, publicada en 2009, aborda diversos aspectos económicos desde una perspectiva de solidaridad y justicia social. En el caso del segundo, ‘Laudato si’’, de 2015, trata diferentes aspectos económicos desde una perspectiva ética y ambiental. Destaca la necesidad de una conversión integral que incluya cambios en los sistemas económicos y de producción. Critica el consumismo desenfrenado, la cultura del descarte y el enfoque en el crecimiento económico a expensas del medio ambiente y de los más vulnerables.
P.- Salimos de las municipales y autonómicas y ya nos encaminamos hacia las elecciones generales. En un clima de cada vez más fragmentación, ¿qué podría aportar a la actual clase política un conocimiento real y concreto de la DSI?
R.- Independientemente de la posición ideológica de cada político, entiendo que podría ser de gran utilidad un profundo conocimiento de la DSI en la toma de decisiones de los candidatos. Desde el punto de vista del propio comportamiento, la convivencia e interacción entre los candidatos, la DSI nos enseña a respetar a los demás, a escuchar sin prejuzgar, a recurrir a la cooperación y al entendimiento y no a la confrontación o polarización, nos invita a respetar la dignidad humana, tanto la propia como la de los demás, y nos motiva para poner a la persona en el centro, más allá de los intereses económicos permitiendo un debate moderado.
Desde el punto de vista de la gestión llevada a cabo por los políticos, me parece esencial la consideración de la ética en el manejo de los recursos velando siempre por el bien común y en la toma de decisiones como criterio fundamental frente a los abusos y la la corrupción para combatir las injusticias sociales, anteponiendo siempre estos criterios de equidad y responsabilidad a cualquier ideología.
P.- ¿Qué ha supuesto la DSI en su propia vocación docente y en su día a día como creyente?
R.- La DSI es una herramienta práctica muy útil que, a modo de guía, nos permite aplicar al día a día, de forma muy concreta, tanto en lo personal como en el ámbito profesional, todos los principios del cristianismo, incluso aquellos más teóricos o abstractos.
En estos tiempos de inmediatez, incertidumbre, ansiedad y dudas, recomiendo a cualquier persona que no haya tenido la oportunidad de aproximarse a la DSI, creyentes y no creyentes, que se acerque a su lectura y reflexión. Les sorprenderá la capacidad para sanar, iluminar y ordenar ideas que puede llegar a tener la DSI.