La oficina de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos de la Archidiócesis ha enviado una carta a los sacerdotes advirtiendo de la “deriva litúrgico-futbolística” de sus celebraciones
La afición de los párrocos napolitanos por el fútbol no tiene límites. Así se puede ver en las parroquias e, incluso, en las redes sociales, donde las fotografías de carteles y escudos del equipo en altares y otros puntos de los templos ha llamado la atención de la Archidiócesis de Nápoles.
Por este motivo, tal como informa Il Corriere della Sera, la oficina de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos de la Archidiócesis de Nápoles, a petición del arzobispo Mimmo Battaglia, ha considerado necesario intervenir en esta deriva “litúrgico-futbolística” con un comunicado enviado a los párrocos y sacerdotes.
“Muchos gestos y actitudes, realizados durante las celebraciones de los últimos domingos (a menudo también en conjunción con la celebración de los sacramentos) y que son visibles en línea primero despiertan hilaridad y también una comprensible ‘participación’, pero inmediatamente después dejan el paso a una reflexión sobre su oportunidad y legitimidad, o incluso, en algunos casos, a una sensación de desaliento y desorientación”, escribe la Archidiócesis.
“La celebración que debe tener lugar entre la celebración litúrgica y la fiesta deportiva no quiere mortificar la alegría incontenible por el resultado alcanzado, sino educar a la verdadera alegría, que viene sólo del encuentro con Cristo, única esperanza”, continúa la carta. “A la luz también de los numerosos informes que han llegado al Arzobispo y por su mandato directo, esta Oficina recomienda fraterna y calurosamente a todos los sacerdotes recurrir a un tono mesurado entre la celebración litúrgica y la celebración deportiva, que no quiere mortificar la alegría incontenible por el resultado alcanzado, sino educar a la verdadera alegría, que sólo proviene del encuentro con Cristo, única esperanza”.
“El altar es una cosa, las gradas del estadio son otra”, recuerda el arzobispado, “y el sentido de la liturgia del Ofertorio (el pan y el vino que se da a Dios) no debe confundirse ni desvirtuarse con la entrega de pañoletas y vestiduras de los abanicos”.