El papa Francisco ha recibido este lunes a la Fundación Centesimus Annus con motivo del treinta aniversario de su fundación, a quienes ha recordado que “la centralidad de la persona, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad se han transformado en acciones concretas para vosotros en estos treinta años y han contagiado el corazón y las acciones de muchas personas”.
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“En la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium quise advertir contra el peligro de vivir la economía de manera enfermiza. ‘Esta economía mata’, dije en 2013, denunciando un modelo económico que produce residuos y que favorece lo que se puede definir como la globalización de la indiferencia”, ha recordado. “Muchos de vosotros trabajáis en el campo económico: sabéis bien lo beneficiosa que puede ser para todos una forma de imaginar la realidad que pone a la persona en el centro, que no menosprecia al trabajador y que busca crear el bien para todos”, ha aseverado.
Acogidos y escuchados
Además, ha subrayado que “el cuidado del medio ambiente y la preocupación por los pobres se sostienen o caen juntos”. “Después de todo, nadie se salva a sí mismo y el redescubrimiento de la fraternidad y la amistad social es decisivo para no caer en un individualismo que hace perder la alegría de vivir. Y también te hace perder la vida”, ha recordado.
“Quizás, para que la comunidad se convierta verdaderamente en un lugar donde los débiles y los sin voz se sientan acogidos y escuchados, todos necesitan ese ejercicio que podríamos llamar hacer espacio”, ha continuado el Papa. “Cada uno retrata un poco su propio “yo” y esto permite que el otro exista. Pero para ello el fundamento de la comunidad debe ser la ética del don y no la del intercambio”.
“Pensar y actuar en comunidad es, por tanto, dar cabida a los demás, es imaginar y trabajar por un futuro en el que todos puedan encontrar su lugar y tener su espacio en el mundo”, ha aseverado. “Una comunidad que sepa dar voz a los sin voz es lo que todos necesitamos”.