Hace ahora más de un año, el jesuita alemán Ansgar Wiedenhaus puso en marcha el proyecto ‘Salir’, una propuesta de acompañamiento a personas que han abandonado la Iglesia o planean hacerlo. Desde la “Iglesia Abierta de Santa Clara” en Núremberg escucha y aconseja a quienes quieren dar la espalda a la Iglesia o ya la han abandonado, una curiosa oferta de la que, por el momento, confiesa, se han beneficiado pocos –unas 10 personas–.
- PODCAST: El voto católico en las elecciones
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Acompañar el camino
Entre las causas de su salida está la cuestión de los abusos o “la gente dice que no se siente respetada en su situación vital” ya que “viven en una unión que la Iglesia no reconoce oficialmente y se preguntan si deberían pertenecer a personas que empujan al vacío una parte tan importante de su vida”, señala en una entrevista en la web katholisch.de. A esto se suma, añade, “quienes en general les cuesta identificarse con la Iglesia”, “son personas que sufren por la falta de voluntad de cambio, por este acaparamiento de poder en la iglesia. Uno tiene la impresión de que en la Iglesia no se puede discutir racionalmente, sino que todo se decide en función del poder”, reflexiona.
Al escuchar a los apóstatas, el jesuita siente “rabia” e “impotencia”. “La razón por la que no había empezado antes era la preocupación de no ser capaz de dejar claro que lo mío no es retener a la gente. Una razón podría ser simplemente que la gente que quiere irse prefiere tener a otras personas con las que hablar de sus razones”, señala sobre el proyecto. “Mi trabajo es ayudar a la gente a tomar una decisión buena y meditada”, sentencia.
“Hablamos de motivación, hablamos de dónde cree la gente que está su hogar. A veces la gente dice que no se siente a gusto aquí, pero sigue siendo su hogar. Entonces tenemos que averiguar juntos qué es más importante o hasta qué punto el hogar se ha vuelto simplemente inhabitable para el individuo”, explica el jesuita. Para Wiedenhaus “la iglesia sólo debe dar a entender que no es indiferente cuando la gente se va”. “Puedo decirlo con la conciencia tranquila. No es mi trabajo retener a la gente. Y también me parecería indecente. Mi trabajo no es reclutar para la Iglesia. Mi trabajo es ayudar a la gente a tener la capacidad de seguir su camino”, reclama.