La Conferencia del Episcopado Mexicano pidió a las autoridades de todos los niveles mantener la estabilidad nacional y el Estado de derecho ante el crimen organizado.
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Al referirse a la balacera desatada afuera de la iglesia de Santa Anita en el municipio de Guachochi, en el estado de Chihuahua, los obispos manifestaron su dolor e indignación, y se unieron al sentimiento de la comunidad “que vive con inseguridad y en incertidumbre”.
El lunes 5 de junio dos grupos armados sostuvieron un enfrentamiento en el exterior de la parroquia perteneciente a la diócesis de Tarahumara, lo que provocó fuertes daños en la fachada e incluso al interior del templo a causa de los impactos de bala, así como una camioneta calcinada y el cadáver de un hombre decapitado.
Aumento de la violencia
Los obispos de México condenaron públicamente esa situación y exigieron el cese de la violencia, “en medio de tanta muerte y crimen que se vive en el país”.
También pidieron a Dios para que “toque el corazón de quien hace daño a su comunidad y a la Santísima Virgen de Guadalupe Reina de la Paz nos acompañe en estos momentos de violencia”.
El pronunciamiento de los obispos fue firmado por su presidente, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera, y el secretario general y obispo de Cuernavaca, Ramón Castro.