Martina, Visitación, Avelina, Consuelo y Purificación son las cinco religiosas de las Hijas del Divino Celo Rogacionistas que están, actualmente, al frente de los centros de menores San Aníbal y el centro de acogida e inclusión social María Nazarena que la congregación gestiona, junto a un importante equipo de laicos, en la localidad lucense de Burela. El municipio cuenta con un reputado puerto cantábrico por la pesca del bonito, una población que ronda los 10.000 habitantes y una alta presencia de población inmigrante, especialmente caboverdiana, que comenzó a llegar a estas tierras hacia finales de los años 70.
Son ya más de 20 años de una intensa obra social en la comarca de A Mariña, a la que pertenece Burela, por parte de esta congregación de origen italiano, fundada por san Aníbal en 1887 en la ciudad de Messina, en la isla de Sicilia, y que, a día de hoy, está presente en 16 países de todo el mundo.
Como explica la hermana Martina Sendino, directora titular de la comunidad, Gea Escolano, entonces obispo de Mondoñedo-Ferrol, se interesó por contar con ellas en su diócesis y pronto pensó en la localidad de Burela como el mejor lugar, al encontrarse por aquel entonces el párroco con poca ayuda, fundamentalmente en la parte pastoral.
Las monjas llegan a Burela un 15 de septiembre de 2001. Y el carisma de la congregación hace el resto. Al comienzo, eran solo tres, en una casita que consiguen en alquiler, y es allí donde empiezan a atender a menores provenientes de familias con dificultades.
Desde entonces, se han hecho y se siguen haciendo grandes cosas. En 2002 se creó en aquella casita en alquiler el centro de día para menores San Aníbal, pero, en poco más de cinco años, con la aportación de las otras comunidades de la congregación en España y también con algo de ayuda de la casa generalicia y una serie de subvenciones por parte de la Administración, se consiguió edificar e inaugurar la nueva sede, unas modernas instalaciones que dan cabida al nuevo centro de día para menores (que suele llegar cada año hasta los 30 usuarios, dadas las necesidades que van apareciendo), al centro de acogida e inclusión social (desde 2008, compuesto por dos apartamentos completamente amueblados y equipados, da servicio a familias monoparentales con hijos menores y en situación de precariedad) y al espacio que necesita lógicamente la propia comunidad de monjas y que constituye la parte no subvencionable del edificio.
Ya en 2012, la comunidad puso en funcionamiento la casa de familia San Aníbal. En una ubicación diferente, pero también en Burela, se trata de un centro residencial de protección de menores. Dispone de ocho plazas y atiende a niños, niñas y adolescentes (hasta 18 años) que se encuentran en situación de guarda o tutela pública por parte de la Xunta de Galicia. En este hogar convive con los chavales, durante las 24 horas del día, un equipo multidisciplinar de profesionales.
Cerca de 200 menores han sido atendidos entre el centro de día y la casa de familia desde su apertura, y otras 90 personas (entre padres o madres y sus hijos) han sido alojadas temporalmente en el centro María Nazarena, donde reciben además apoyo y orientación. Durante el último año, la gran mayoría de los chavales atendidos en el centro de día eran de nacionalidad española, aunque mucho más variado es el origen familiar de estos menores: España, Marruecos, Ecuador, Nigeria, Honduras, Senegal, Portugal, Cabo Verde, Uruguay, Perú, Rumanía o Madagascar.
Si al principio, eran las propias religiosas, todas ellas con la correspondiente formación, quienes atendían directamente a los menores, con el paso del tiempo, al ir alcanzando ellas la edad de jubilación y teniendo en cuenta, además, el aumento de la demanda, se ha ido conformando un amplio equipo de profesionales, mayoritariamente del ámbito socioeducativo (trabajadores sociales, educadores o psicopedagogos) que son los que, en la actualidad, atienden a los usuarios en su día a día.
Además, las Hijas del Divino Celo Rogacionistas siguen poniendo en marcha nuevos proyectos. De forma pionera en Galicia, desde finales del pasado año, tienen preparado un nuevo servicio, al que denominan Emancipa San Aníbal. Se trata de una vivienda de transición que garantiza un espacio residencial normalizado y gratuito para jóvenes que, ya cumplida la mayoría de edad, y debido a una situación socio familiar con determinadas carencias, necesitan apoyo para alcanzar una vida adulta autónoma.
Igualmente, en colaboración con Cáritas Diocesana de Mondoñedo-Ferrol, han implementado otro servicio de prevención y formación dedicado a mejorar las condiciones de convivencia entre los miembros de las propias unidades familiares que cuentan con menores. Se trata de un espacio de preservación familiar con el objetivo de dotar, tanto a esos chavales como a sus padres, de las herramientas necesarias para un adecuado desarrollo de la vida familiar.
Fotos: Rubén Amor / C. San Aníbal.