Apunto de cumplirse dos meses del estallido del conflicto en Sudán, se acumulan más muertes, más violencia y más silencio informativo de otro conflicto olvidado. Lo certifica el nuncio en Sudán y Eritrea, el español Luis Miguel Muñoz Cárdaba. “Por ahora, no es una guerra civil, religiosa o tribal. Es solo un conflicto entre dos grupos militares muy potentes y, en el centro, se encuentra la población civil que sufre”. A un lado, el ejército regular, dirigido por el general Abdel Fattah al Burhan, máxima autoridad de facto del país desde el golpe de 2019. Al otro, los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido, lideradas por el general Mohammed Hamdan Dagalo.
Muñoz Cárdaba se encuentra en Asmara, la capital de Eritrea, donde consiguió llegar tras ser evacuado junto al personal de la nunciatura días después de que estallara el conflicto, el 15 de abril. El nuncio admite que, “por las noches, el sueño está todavía algo alterado con frecuentes pesadillas a causa de la situación tan dramática”.
La mayor parte del territorio sudanés está actualmente bajo control del ejército regular. Se da una situación de relativa paz, pero tanto en la capital, Jartum, como en la gran región de Darfur, donde la presencia de los paramilitares es muy importante, la batalla continúa con gran crudeza. Con pesar, explica que “hay más de millón y medio de personas desplazadas que han abandonado la capital”. Además, se calcula que más de 200.000 personas han salido del país.
“El miedo continúa, no se limita solo a los bombardeos, a las balas, a la artillería… En la capital son frecuentes los saqueos, los robos, el pillaje. Es una ciudad sin ley”, sentencia el diplomático, que añade datos: “Muchas embajadas, entre ellas, la nunciatura, han sido ocupadas, y posiblemente saqueadas, como también ha sucedido en universidades, residencias, iglesias… Lo mismo ha ocurrido en la catedral católica. Han tomado la curia arzobispal y han robado todo el dinero de la diócesis; lo poco que tenían ha desaparecido”. El relato de Muñoz Cárdaba continúa con lo sucedido en un orfanato de Jartum: “Más de 50 niños pequeños han muerto de hambre ante la imposibilidad de ser alimentados. Es dantesco”.