Berhaneyesus Souraphiel, CM, cardenal arzobispo de Adís Abeba (Etiopía), ha estado de visita en España invitado por Manos Unidas, una de las ONGD que sostiene a la población local con sus proyectos. Entre ellos, programas de saneamiento y abastecimiento de agua, ayuda alimentaria, educación, servicios sanitarios y otros para paliar la sequía o los estragos de la guerra de Tigray. Precisamente en noviembre se firmó un acuerdo de paz, alabado por el purpurado, después de dos años devastadores causando más de medio millón de muertes.
El líder de la Iglesia en este país situado en el Cuerno de África atiende a Vida Nueva después de radiografiar el país en una mesa redonda en la que le acompañaron Markos Gebremedhin, CM, vicario apostólico de Jimma-Bonga; Seyoum Franso Noel, vicario apostólico de Hossana; y Lisane-Christos Matheos Semahun, eparca de Bahar-Dar. Todos ellos hicieron un agradecimiento coral a la organización eclesial, que lleva más de 35 años trabajando en Etiopía. Y es que la pobreza, sumada a las sequías prolongadas o a las graves inundaciones, lleva a que ahora mismo haya más de ocho millones de personas necesitadas de ayuda de emergencia.
PREGUNTA.- Etiopía no es solo victima de la guerra, también lo es de los desastres naturales. ¿Faltan motivos para la esperanza?
RESPUESTA.- La gente está cansada de la guerra. Ha habido muchas guerras en Etiopía y todos queremos paz y salir de la pobreza. Que todos vivamos juntos en paz es el mayor deseo, así que la esperanza ahora es que, con la gracia de Dios, la gente dé prioridad a la reconciliación y al perdón, porque todos hemos cometido errores. Hemos de darnos cuenta que entonar un ‘mea culpa’ no es fácil, por eso la Iglesia quiere ayudar en este sentido para que, de alguna manera, llegue la paz, que es la base para el desarrollo económico del país. La realidad es que Etiopía va bien, es uno de los países que crecen más rápidamente en África, pero para continuar en esta senda necesitamos paz y estabilidad.
P.- ¿Cuál es su contribución a la paz como líder de la Iglesia en el país?
R.- Mi contribución como Iglesia católica es intentar ser un puente con las grandes religiones en Etiopía, que son la Iglesia ortodoxa y los musulmanes. También tender puentes con la Iglesia protestante, algo más pequeña en tamaño, como nosotros, que somos pocos, pero muy bien considerados por todos. Somos como el hijo pequeño de una gran familia de religiones. Mi misión no es fácil, pero es hacer que todos se sienten en la mesa y dialoguen. La mayoría de desencuentros son malentendidos que pueden solucionarse hablando.
P.- Abiy Ahmed fue galardonado en 2019 con el Nobel de la Paz. ¿Se debe esperar más de alguien que ha recibido este reconocimiento?
R.- La realidad es que su contribución a la paz al principio fue buena, pero luego han llegado más desafíos y amenazas del norte, sur, este y oeste, incluso desde dentro de su mismo partido político, así que no sabemos lo que está pasando dentro. Pero al principio, la visión que tuvo para Etiopía fue apoyada por todos los etíopes, enemigos incluidos. De hecho, estableció la paz entre Etiopía y Eritrea. Él fue quien trajo la paz. También ayudó en Somalia y Yibuti.
No podemos obviar la importancia de la paz en el Cuerno de África, donde varios países –Francia, Italia, Estados Unidos, Japón, Alemania y China– tienen desplegadas bases militares. El Mar Rojo es un punto clave, pues es vía de tránsito entre Asia y Europa. ¿Por qué no hay paz en Somalia? Porque los disturbios allí son apoyados por otras potencias a las que interesa que no haya paz en esa zona. Lo mismo se está haciendo en Etiopía y rezamos para que Dios continúe protegiéndonos de la división interna creada por otras potencias.
Foto: Bohumil Petrík/CNA