Católica ella, musulmán él… Fe compartida y celebrada

Ana Belén Gómez Bens y Modou Dione se conocieron en el Hogar Tartessos, de la Delegación de Migraciones de Cádiz-Ceuta

Ana Belén Gómez Bens, católica, y Modou Dione, musulmán

A veces, compartir matrimonio o una relación de pareja con una persona que practica otra religión puede ser un espacio para el encuentro humano y espiritual. Toda una oportunidad para crecer ambos en el conocimiento sobre otra vivencia de fe y, además, ahondar con una fuerza inusitada en las propias raíces.



En Cádiz nos encontramos con el testimonio de la católica Ana Belén Gómez Bens y el musulmán Modou Dione. Como relata ella, se conocieron hacia 2010: “Yo, tras una primera experiencia de compromiso creyente en la Juventud Obrera Católica (JOC) y gracias a un vínculo muy especial con el sacerdote Gabriel Delgado, entonces responsable diocesano de Migraciones, empecé a trabajar hace 16 años en la Asociación Cardijn”, con la que apoyan a muchos migrantes con varios recursos; entre ellos, el Hogar Tartessos, donde dan acogida a unos 25 jóvenes que han pasado por un CIE o que no tienen recursos.

Llegada en patera

Por aquel entonces, llegó Modou: “Venía desde Senegal y, con solo 16 años, había podido ir en patera hasta Canarias. Tras ser trasladado a la península, estuvo en un centro de menores y luego estuvo con una familia de acogida en Puerto Real, pero no le fue bien y, tras oír hablar de nosotros, acabó en nuestro hogar”.

Fue ahí cuando surgió una bonita amistad: “En Cardijn, yo me ocupo de la gestión económica. Por eso siempre he tenido una relación estrecha con el Hogar Tartessos, tratando de apoyarles en todo lo posible en su día a día. Conocí a Modou y, con los años, en 2017, al no tener en ese momento ninguno pareja y al tener una edad parecida, empezamos una relación”.

Uno más en la familia

Con el tiempo, pasaron a compartir piso y se inscribieron como pareja de hecho, lo que facilitó la regularización definitiva de él. Después de vencer las iniciales resistencias e incomprensiones de algunos familiares y amigos de Ana Belén, “hoy ya todos le aceptan como uno más en casa y saben que es lo mejor que me ha pasado nunca”.

Y es que, para ella, su pareja “es alguien abierto, tolerante, amable y respetuoso con todos”. Algo en lo que, precisamente, tiene mucho que ver su fuerte creencia religiosa: “Pese a que lleva ya casi 20 años aquí y se fue de Senegal muy joven, cuando su padre le dijo que tenía que emigrar, siempre ha querido mantener su identidad cultural, sus raíces. Es muy creyente y siempre lo hemos vivido con una absoluta naturalidad. Aunque hay personas que tienen una imagen deformada del islam, yo sé que es una religión basada en el amor y en la paz, por lo que es totalmente compatible con mi modo de vivir mi fe cristiana”.

Ana Belén Gómez Bens, católica, y Modou Dione, musulmán

Un espejo espiritual

De hecho, como reitera Ana Belén, “él es para mí un espejo espiritual muy fuerte. A veces, cuando las cosas no salen bien, me tienta el enfadarme con Dios y el desanimarme. Él, que ha pasado por muchísimas dificultades a lo largo de su vida, siempre me apoya y me dice que tengo que confiar en Dios. Me da muchísima fuerza a la hora de creer”.

En su rutina, sus diferentes credos no son obstáculo alguno: “Nos respetamos y tenemos nuestros propios momentos. Por ejemplo, en Ramadán, aunque él no ayuna, sí trata de rezar de un modo especial y de tener sus tiempos de oración. Yo trato de colaborar facilitando que él pueda hacerlo con tranquilidad”.

“Dios es amor”

Desde ese gran pilar espiritual que los une, al sentir ambos que “Dios es amor”, la clave es vivirlo todo con sencillez, naturalidad y respeto. Por ahora, no parece que el futuro les depare tener hijos (“Modou se desvive por ayudar cada mes a su familia y está ahora en Pamplona al tener ahí una mejor oferta laboral, por lo que nos toca permanecer un tiempo separados”), pero, en caso de que algún día vengan, ella tiene claro que “no habrá ningún problema a la hora de educarlos desde unos valores espirituales en concreto. No sé lo que pasaría, pero seguramente ellos se verían más interpelados por la fe de su padre, que es realmente admirable”.

En este caso, estamos ante dos creencias que conviven en perfecta armonía, siendo los únicos nubarrones oscuros los que provienen de fuera: “Cuando digo que estoy con un musulmán, noto algunos prejuicios que aún siguen asentados en nuestra sociedad. Sabes que surgen del desconocimiento, pero no puedes evitar sufrir mucho cuando ocurren ciertos episodios protagonizados por gente que instrumentaliza al islam y dice matar en su nombre”.

El atentado de Algeciras

La última vez, lo vivieron muy de cerca, cuando, meses atrás, un individuo asesinó en la localidad gaditana de Algeciras al sacristán Diego Valencia: “Fueron días y semanas de auténtico sinvivir. A veces sientes que solo hace falta una chispa para que todo explote y esa xenofobia vaya más allá y Modou y muchos como él, pese a testimoniar a un Dios de amor y de paz, puedan sufrir episodios fuertes de rechazo. Los quieres y lo que más te duele es que sufran… Mi propia madre, que al principio del todo no estuvo muy contenta con la relación, hoy le siente como uno más de la familia. Y se lo dice: ‘Yo lo que no quiero es que sufras’”.

Sin embargo, incluso en los momentos más duros, como cuando hay un episodio de convulsión social o él tiene que estar lejos de trabajo, se agarra a su gran pilar y se lo ofrece a ella: “No dejes de confiar en Dios”.

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