De cara al Día Internacional de las Personas Refugiadas, mañana 20 de junio, las entidades jesuitas Entreculturas y Alboan han presentado este lunes 19, en Madrid, el informe ‘Escuela refugio, escuela que acoge’. El mismo está centrado en la acogida que se ofrece en las escuelas españolas a los menores y jóvenes que huyen de Ucrania y de América Latina. También se analiza la respuesta educativa latinoamericana a los refugiados venezolanos.
El acto, moderado por Irene Ortega, coordinadora del Área de Ciudadanía de Entreculturas, ha contado con la presencia de Yolanda Gómez, autora del informe; Nerea Aginako, técnica de Patrocinio Comunitario de Alboan; Jean Gutiérrez, participante de la Red de Solidaria de Jóvenes en el Colegio Divino Corazón; y Malena Gómez, docente en el mismo centro madrileño, en el barrio de La Ventilla.
A la tragedia humana que significa que, en 2022, más de 100 millones de personas tuvieran que abandonar sus hogares por ser víctimas de la violencia, se suma el hecho de que, de ellas, 15,2 millones son niños y adolescentes. Triste cifra a la que hay que sumar los 3,86 millones que el pasado año tuvieron que salir de Ucrania tras la invasión de su país por la Rusia de Putin.
Como se resalta en el informe, el mejor modo de acompañar a los menores y jóvenes que sufren esa situación es ofreciéndoles “una educación inclusiva y de calidad”, siendo esta “uno de los pilares para asegurar la integración de las poblaciones migradas, pero también para la construcción de la paz y la transformación social”.
Y es que “en la comunidad internacional hay un enorme consenso acerca de los impactos positivos de la educación tanto en las comunidades de origen como en las de destino: según la UNESCO, la educación es clave a la hora de proveer de los conocimientos, comportamientos y actitudes que hacen posible el ‘aprender a vivir juntos/as y con los demás’ y de construir los entornos y capacidades para la construcción colectiva del bienestar para todos y todas”.
En este sentido, los estados y sus sistemas educativos cada vez tienen que hacer más esfuerzos por adaptarse, pues la realidad nos muestra que el índice de refugiados, directamente, se multiplica: “Año tras año, las cifras de población en condiciones de movilidad forzada siguen aumentando. Según datos de Naciones Unidas, entre 1990 y 2020, la población desplazada y migrante internacional prácticamente se ha duplicado, al pasar de 153 a 280 millones de personas. En el caso concreto de los refugiados, el dato actualizado de ACNUR, de finales de 2022, es que ya estamos ante 108,4 millones de personas que se han visto obligadas a dejar su hogar. De ellas, 35,3 millones son refugiadas, 62,5 son desplazadas internas y 5,4 solicitantes de asilo, así como otros 5,2 que necesitan distintos grados de protección.
Esta tendencia se mantiene cuando tenemos en cuenta a la infancia y juventud. En 2020, 41 millones de niños, niñas y adolescentes menores de 20 años vivían fuera de sus países de nacimiento, lo que representa el 15% del total de la población mundial en contexto de movilidad”.
Un caso especialmente grave es el de los menores no acompañados, cuya incidencia se ha multiplicado por cinco en solo 15 años, pasando de 60.000 a los 300.000 que se contabilizaron en 2015, presuponiéndose que ahora serán bastantes más. En el caso de España, “cerca de 147.000 niños, niñas y jóvenes menores de 19 años están en situación administrativa irregular. Tres de cada cuatro proceden de América Latina”.
En 2019, en su informe ‘Seguimiento de la educación en el mundo’, UNESCO lamentó tres grandes carencias a la hora de acoger e integrar a estos alumnos en nuestros sistemas educativos: “En la Unión Europea, los jóvenes nacidos en el extranjero que abandonaron tempranamente la escuela eran dos veces más numerosos que quienes eran nativos. El alumnado migrante y desplazado en los países de la OCDE tiene casi dos veces más probabilidades que el nativo de repetir un curso. Las competencias académicas de los estudiantes migrantes y desplazados son inferiores a las del alumnado nativo hasta una brecha de aprendizaje de un 20%”.
Otro dato muy preocupante es el siguiente: “El 48% de los 10 millones de niños, niñas y adolescentes refugiados en edad escolar del mundo no acude a la escuela”. Todo un aldabonazo en la conciencia al que se añade el siguiente: “Los recursos destinados por la comunidad internacional a la educación de la infancia refugiada son insuficientes: en total no cubren más de un tercio del déficit de financiación y, si solo tenemos en cuenta la ayuda humanitaria, no más de una décima parte”.
En cuanto al papel de España a la hora de dar acogida a la población migrante y refugiada, el informe refleja “una evolución creciente en los últimos 30 años, muy acelerada en los primeros 20 (entre 1990 y 2010), cuando se multiplicó por ocho, y mucho más suave, incluso con un pequeño descenso momentáneo, entre 2010 a 2020”.
Según el análisis de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) realizado por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), “la población de origen migrante residente en España en 2022 alcanzó la cifra de casi ocho millones de personas”. Un dato que se extrae de “la suma de las personas que tienen nacionalidad extranjera, hayan nacido en España (580.000) o no (4,8 millones), y de las que nacieron en el extranjero, aunque ya tienen nacionalidad española (2,5 millones)”.
En términos porcentuales, “a comienzos de 2022, la población nacida en el extranjero suponía un 15,53% de la población total, mientras que la población extranjera residente suponía un 11,40%. Los orígenes más comunes de las personas que migran y se asientan en España son marroquí, europeo (siendo Rumanía el principal país de origen) y sudamericano (con Colombia, Venezuela y Ecuador a la cabeza”.
Como ha concluido Yolanda Gómez, “al final todo depende de la voluntad política” por parte de las distintas administraciones, siendo el mejor ejemplo “las buenas prácticas” que en nuestro país ha habido con los ucranianos, escolarizándose a 36.838 de ellos (de los que 30.012 son menores) en estos 16 meses (17.000 en los primeros tres meses), para lo cual ha habido una “respuesta eficaz” e incluso se ha percibido “colaboración entre las autonomías”. Tristemente, esta voluntad no ha existido con otras comunidades migrantes que, desde hace muchos años, huyen de gravísimas situaciones violentas. En el caso de Canarias, Ceuta y Melilla, estamos ante “retrasos de muchos meses”.
De hecho, “la población extranjera en España tiene tasas de escolarización notablemente inferiores a la población de origen español y tasas de repetición y abandono escolar notablemente superiores. La vulnerabilidad socioeducativa, la integración tardía en las escuelas y el desconocimiento grave de la lengua de aprendizaje son las principales necesidades de apoyo educativo de los niños, niñas y adolescentes de origen migrado”.
El dominicano Jean González, de 19 años, ha destacado cómo “la acogida” en el Colegio Divino Corazón, en el barrio madrileño de La Ventilla, le ayudó en todos los sentidos, “dándome confianza y haciéndome sentir que no estaba solo”. “Pensé muchas veces en tirar la toalla, pero los profesores no me dejaron hacerlo y, a diferencia de donde venía, sentí de verdad que me apoyaban y creían en mí”, ha agradecido.
“Necesitamos espacios para, entre todos, conseguir que un cambio sea posible”, ha reivindicado, al mismo tiempo que ha valorado que la Red de Solidaria de Jóvenes es un instrumento clave en este sentido. Lo ha ratificado Malena Gómez, profesora suya, que ha explicado que “ante todo somos una plataforma en la que ellos se expresan y comparten sus experiencias e ideas, creciendo todos juntos”.
Este paso, en aulas de refuerzo, es “clave antes de pasar al aula ordinaria”, entrando ya “con mucha más confianza” a la hora de recibir una formación formal”. Así, como ha concluido, “la Red de Solidaria de Jóvenes es lo mejor que nos ha podido pasar en el Colegio Divino Corazón. Los chicos han trabajado este curso a la hora de concienciarse en el peligro de la violencia de género y en la degradación medioambiental. La realidad está ahí y ahora saben que pueden hacer algo para cambiarla”.