La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes, junto a otras organizaciones que se ocupan de la temática migrante, brindó un mensaje en el Día Internacional del Refugiado.
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Señalaron que la realidad de las personas refugiadas se la puede ver desde afuera y desde adentro.
Desde afuera se percibe una sociedad en guerras y persecuciones y tantos otros factores, incluso los ambientales, “de los cuales somos sensibles y solidarios”. Esta situación y otros motivos difíciles de toda la sociedad obligan a pedir refugio en otro país. A todo esto, se suma la burocracia de requisitos para ser o no considerados como “refugiados”, dependiendo de los gobiernos y sus políticas, y que a veces llevan a la sociedad a tomar partido a favor o en contra.
Por otro lado, si la mirada es hacia adentro, se puede ver el rostro del refugiado y descubrir su historia, su patria, su casa, sus recuerdos y hasta su sufrimiento. “El refugiado tiene el gran peso de haber sido forzado a salir de su lugar, donde su vida e historia confluyen, y que por motivos ajenos e impensados para él, para preservar la vida, la dignidad y la paz, se ve envuelto en la experiencia de tener que pedir refugio”, sostuvieron.
Libertad y elección
Recordaron que el papa Francisco, en su mensaje para la 109º Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, llama a “preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”.
El lema de la Jornada es ‘Libres para elegir si emigrar o quedarse’. Allí, el Pontífice nos habla de libertad, de elección; y agrega que a lo largo de la historia de la Salvación, cuando Dios pidió salir de su casa, no ha sido una opción fácil de aceptar, pero sí necesaria para salvaguardar la vida y la dignidad personal y de los seres queridos.
Señalaron que entre los distintos motivos para buscar refugio en otros países son: las guerras, los conflictos, las persecuciones y los desastres ambientales. Y se preguntaron: ¿Cuándo acabarán estas causas injustas que hacen a las personas salir de su patria? El Papa propone, entonces, “acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades”.
Por eso, en este Día Mundial del Refugiado, el organismo del Episcopado argentino, indicó que la realidad del refugiado no es ajena: está presente en la sociedad y “somos actores necesarios para hacer de nuestro mundo un lugar algo mejor, donde también pueda existir la libertad de elegir si emigrar o quedarse”.