El nuevo arzobispo de Madrid, José Cobo, lamentó ayer que “en nuestra sociedad y en nuestras parroquias, la cárcel sea una palabra maldita que genera miedo y pocas veces pensamos que quienes están allí, sienten, se levantan y sueñan”. Así lo expresó en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias durante la presentación del libro ‘Bienaventuranzas desde la cárcel’ (PPC), escrito por el sacerdote Francisco Javier Sánchez González.
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“Javi nos explica en la obra que es muy distinto ir a la prisión que conocer la prisión. La música de fondo de este libro es que te invita a conocer a las personas, sus historias y sus sentimientos, para llenar de humanidad la cárcel”, subrayó el prelado. A partir de ahí, agradeció al autor la capacidad para “hacer hablar al Evangelio en un contexto difícil a través de testimonios que encarnan las bienaventuranzas”. “Mira la vida desde la cárcel es Evangelio puro”, sentenció el arzobispo. Así, elogió su papel como capellán y su capacidad para que la celebración de la eucaristía entre rejas refleje “el paso de Dios por la vida de la cárcel para que sea una misa de toda la Iglesia universal, con la clave de ayudar a reconciliar y sanar heridas”.
Un hombre con tesón
Cobo recordó que comparte con el autor “una historia muy larga, porque nos conocimos con 17 años, en COU”. A partir de ahí y hasta hoy, ha constatado que se trata de una persona “con gran tesón, muy sensible y gran amigo”. “Tenemos muchos amigos comunes en la cárcel, de los que él ha sido puente para que retomáramos la relación, y ahora, al leer el libro, he comprobado que tenemos muchos más amigos comunes como Casaldáliga, Jon Sobrino, Oscar Romero…”. Sobre la obra, subrayó que “no se trata de un manual sobre pastoral penitenciaria, sino que nos muestra sus experiencias de vida”. El arzobispo añadió que “el mundo de la cárcel nos retrata: dime cómo es el mundo de la prisión y te diré cómo es nuestra sociedad, porque demuestra lo que somos todos nosotros”.
Javi Sánchez expuso que el libro surge desde su día a día “como cura” con los presos: “Se puede pensar que yo los acompaño, pero la realidad es que soy yo el que se siente acompañado por ellos”. “Mis mejores abrazos, mis mejores lágrimas y mis mejores misas han sido con la gente de la cárcel”, remarcó.
A borbotones
Al explicar el porqué abordar estas vivencias en la obra desde las bienaventuranzas, el autor relató que buscaba “dar a conocer que Jesús está con ellos, que en medio de la oscuridad la esperanza surge a borbotones, entre los bienaventurados”. El sacerdote también desveló la relación epistolar y de encuentros que mantiene con el Papa Francisco.
En el acto también participó el vicario episcopal de Pastoral Social e Innovación, José Luis Segovia. Para Josito, “si hay un mundo desconocido en la sociedad, y también en la Iglesia, es el de las prisiones, un mundo necesitado de abrir puertas y ventanas para que se respire con el aire de la sociedad civil”. El sacerdote subrayó que la cárcel es “un lugar cómplice de Dios”. “Un lugar natural para la desgracia y la desesperanza puede constituirse como todo lo contrario si ponemos los medios para construir un mundo más justo, más libre y más fraterno”, defendió Segovia.
