La Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas celebra este 30 de junio su 20 aniversario
La Cátedra Hana y Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas se define a sí misma como un lugar académico de investigación, docencia y divulgación sobre aquellas temáticas que con raíz en el desarrollo de la ciencia y la técnica tienen implicaciones sobre el ser humano. Un objetivo que ha mantenido a lo largo de estos 20 años desde que fue creada. Ahora, para celebrar este aniversario redondo y tras el fallecimiento del propio Francisco J. Ayala, uno de los más eminentes científicos del mundo en el campo de la Teoría de la Evolución, se ha convocado un acto el viernes 30 de junio a partir de las 16.30 en el Aula Pérez del Pulgar (C/Alberto Aguilera, 25) de la Universidad. Este acto incluirá una conferencia sobre los principales debates emergentes en el contexto ciencia–religión por el profesor Dirk Evers, seguida por una visión panorámica de la contribución de Teilhard de Chardin en el centenario de la publicación de su obra ‘La Misa Sobre el Mundo’, impartida por el jesuita François Euvé. Además, la celebración incluirá, un visionado-concierto de imágenes inéditas de Teilhard y sus investigaciones en paleontología. Para ello ya se han abierto las inscripciones.
Coincidiendo con este aniversario, Vida Nueva ha conversado con los codirectores de la Cátedra, el jesuita Jaime Tatay y Sara Lumbreras.
PREGUNTA- ¿Qué ha cambiado de la relación entre Ciencia, Tecnología y Religión en estos 20 años?
RESPUESTA- Hay muchas cuestiones que siguen siendo similares y han cambiado poco en las últimas décadas. Por ejemplo, los modos de concebir la relación entre la ciencia y la religión, o la llamada al diálogo interdisciplinar y la necesidad de articular distintas racionalidades. Estas son, por decirlo así, “cuestiones intemporales”. Hay cuestiones particulares, sin embargo, que se han visto transformadas o aceleradas recientemente. Por ejemplo, la aparición de nuevas tecnologías como la edición genética y su impacto en el ámbito de la bioética y la medicina, o los recientes desarrollos de la inteligencia artificial y su potencial de transformación social y económico. El reto de la sostenibilidad no es nuevo, pero en estas últimas dos décadas la conciencia sobre su gravedad y la urgencia por consensuar soluciones también se ha agudizado. Todos estos temas no solo requieren de la mejor ciencia y tecnología disponibles, sino de soluciones políticas consensuadas y, para ello, resulta imprescindible la reflexión filosófica, antropológica y ética. Aquí es donde, en nuestra opinión, la teología puede hacer una contribución significativa, como facilitadora del diálogo, como experta en humanidad y como desveladora de falsas propuestas idolátricas.
P.- ¿Por qué sigue siendo necesaria la Cátedra Hana y Francisco José Ayala?
R.- La Cátedra es quizás más necesaria ahora que nunca por las cuestiones que hemos planteado más arriba. Hay pocos espacios de reflexión interdisciplinar. Es algo de lo que se habla mucho, pero luego no se traduce en iniciativas prácticas e, incluso, se penaliza a la hora de conseguir financiación o tratar de publicar. A pesar de todo, conviene insistir: es una necesidad imperiosa. Por ejemplo, la creciente digitalización y tecnificación de múltiples esferas de nuestras vidas, o el hecho de habernos introducido irreversiblemente en el denominado “antropoceno”, requiere una reflexión profunda de tipo antropológico y ético, interdisciplinar, no sólo propuestas técnicas. Si pensamos, por poner otros ejemplos cercanos, en el impacto de las redes sociales en la salud mental y en el modo de relacionarnos, o en la posible transformación de muchos trabajos por la inteligencia artificial, o en la compleja cuestión de la energía, comprobamos que la ciencia, la técnica y la reflexión humanista y espiritual necesitan ir de la mano para enriquecerse mutuamente y encontrar soluciones políticas consensuadas en un mundo cada vez más polarizado.
P.- En marzo falleció Francisco José Ayala, ¿puede la cátedra ser un homenaje continuo a su legado?
R.- Esa es una parte importante de nuestra misión, especialmente desde que su legado se asoció a la Cátedra. Al introducir su nombre, junto al de su esposa Hana ahora hace justo un año, la Cátedra honra su memoria, pero trata sobre todo de proyectar su contribución científica, humanista e interdisciplinar hacia el futuro. No se trata tanto de preservar sus muchas contribuciones, como si de una reliquia de museo se tratase, sino de seguir investigando e iluminando nuevas cuestiones a la luz del legado intelectual de Ayala y de su propuesta metodológica, de su modo de proceder abierto al diálogo entre diversas racionalidades.
P.- En las ponencias del aniversario la figura de Teilhard de Chardin tiene su hueco con motivo del centenario de la publicación de su obra ‘La Misa Sobre el Mundo’. ¿Más allá de la fecha, qué puede aportar el pensador a las sensibilidades contemporáneas?
R.- Teilhard es un pensador de sorprendente actualidad. De hecho, su impacto tanto fuera como dentro de los círculos eclesiales sigue siendo muy significativo. Como es bien conocido, fue un sacerdote jesuita francés, místico, teólogo y científico que hizo importantes contribuciones a la paleontología de su época, pero sobre todo en la interfaz de la fe y la ciencia. Él creía que la evolución tenía un propósito y que la Tierra era un organismo hecho de partes interconectadas. Ambas cuestiones siguen siendo vivamente debatidas y no existe un consenso al respecto en el mundo académico, pero su pensamiento es un acicate para seguir profundizando en ellas. Teilhard es considerado también como un precursor de internet, en el sentido de esbozar una visión de la historia como una evolución del pensamiento y de la conciencia hacia lo que él denominaba la “noosfera” (de nóos, conocimiento en griego), un término acuñado por Vladímir Vernadski. Teilhard sugirió que, a través de la complejidad tecnológica, la Tierra se transformaría en una especie de cerebro global, un concepto que se ha relacionado con el surgimiento de internet y de la inteligencia artificial. Aunque Teilhard no predijo directamente su emergencia, sus ideas sobre la interconexión del mundo y la aparición de una conciencia global se consideran una inspiración para los desarrollos que tuvieron lugar posteriormente.
P.- Más allá del aniversario, ¿cuáles son los principales campos concretos de reflexión de la cátedra en estos momentos?
R.- La Cátedra CTR tiene como objetivo primordial promover la investigación y la formación de personas en aquellas cuestiones relevantes que, con base en el desarrollo científico y tecnológico, afectan a las diferentes tradiciones morales y religiosas de la humanidad. Sus líneas de investigación van de la mano de las preocupaciones de cada momento y contexto concreto, aspirando a que sus resultados puedan adquirir también una amplia incidencia social, algo que se hace tanto a través de los diversos foros de presencia pública, seminarios, simposios, así como a través de sus publicaciones académicas (revista Razón y fe, colección Ciencia y Religión) y divulgativas (como la web Fronteras CTR). En concreto, nos interesa el impacto de la tecnología, y de la inteligencia artificial en particular, en el ser humano y en la sociedad. También deseamos investigar otra cuestión altamente interdisciplinar, la propuesta de la ecología integral como respuesta al reto global de la sostenibilidad.