Tres semanas después, vuelve Francisco. El Papa ha retomado esta mañana las audiencias generales de los miércoles, después de que el pasado 7 de junio, al despedir a los fieles, pusiera rumbo al Hospital Policlínico Gemelli para someterse a una operación debida a una hernia abdominal que estaba causando dolor al Pontífice.
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La audiencia ha comenzado con el canto del coro de los Seises de Toledo, que también actuarán mañana en la misa de San Pedro y San Pablo, en la que varios arzobispos, entre ellos cuatro españoles, recibirán el palio bendecido por el Papa: el arzobispo electo de Madrid, José Cobo; el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo; el arzobispo de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto; el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent; y el arzobispo de Tánger, Emilio Rocha, OFM. Varios de ellos presentes hoy también en la audiencia junto al Padre Ángel y voluntarios y trabajadores de Mensajeros de la Paz.
En una abarrotada plaza de San Pedro, con un calor de justicia, Jorge Mario Bergoglio ha continuado su ciclo de catequesis sobre el celo apostólico, durante el que está destacando cada semana figuras de hombres y mujeres que han dado su vida por el Evangelio.
Hoy, con el último nombre antes del parón de julio debido a las vacaciones del Papa, Francisco se ha ido hasta Oceanía para poner en valor a santa Mary McKillop (1842-1909), fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, que dedicó su vida a la formación intelectual y religiosa de los pobres en la Australia rural.
Un pacto educativo mundial
“Mary MacKillop nació cerca de Melbourne de padres que emigraron a Australia desde Escocia. De niña, se sintió llamada por Dios a servirlo y testimoniarlo no solo con las palabras, sino sobre todo con una vida transformada por la presencia de Dios. Como María Magdalena, que fue la primera en encontrar a Jesús resucitado y fue enviada por Él a llevar el anuncio a los discípulos, Mary estaba convencida de ser ella también enviada a difundir la Buena Noticia y a atraer a otros al encuentro con el Dios viviente”, ha asegurado el Pontífice.
“Leyendo con sabiduría los signos de los tiempos -ha continuado-, entendió que para ella la mejor forma de hacerlo era a través de la educación de los jóvenes, siendo consciente de que la educación católica es una forma de evangelización”.
Según ha destacado Francisco, “una característica esencial de su celo por el Evangelio consistía en cuidar de los pobres y los marginados. Esto la impulsaba a ir allí donde otros no querían o no podían ir. El 19 de marzo de 1866, fiesta de san José, abrió la primera escuela en un pequeño suburbio al sur de Australia. Le siguieron tantas otras que ella y sus hermanas fundaron en las comunidades rurales en Australia y Nueva Zelanda”.
Como ha recordado Bergoglio, “Mary MacKillop estaba convencida de que el fin de la educación es el desarrollo integral de la persona tanto como individuo que como miembro de la comunidad; y que esto requiere sabiduría, paciencia y caridad por parte de todo profesor. En efecto, la educación no consiste en llenar la cabeza de ideas, sino en acompañar y animar a los estudiantes en el camino de crecimiento humano y espiritual, mostrándoles cuánto la amistad con Jesús Resucitado dilata el corazón y hace la vida más humana”.
Para Francisco, “esta visión es plenamente actual hoy, cuando sentimos la necesidad de un ‘pacto educativo’ capaz de unir a las familias, las escuelas y toda la sociedad”.
Por eso, “el discipulado misionero de santa Mary MacKillop, su respuesta creativa a las necesidades de la Iglesia de su tiempo, su compromiso por la formación integral de los jóvenes nos inspire hoy a todos nosotros, llamados a ser levadura del Evangelio en nuestras sociedades en rápida transformación”. “Su ejemplo y su intercesión sostengan el trabajo cotidiano de los padres, de los profesores, de los catequistas y de todos los educadores, por el bien de los jóvenes y por un futuro más humano y lleno de esperanza”, ha concluido.
Fieles llegados de varios puntos de España
En su saludo a los peregrinos de lengua española, con una notable presencia de fieles llegados de distintos puntos de España, Francisco ha pedido al Señor, “por intercesión de santa María MacKillop y todos los santos y santas que se dedicaron a la educación, que sostenga el trabajo cotidiano de los padres y maestros, de los catequistas y formadores, por el bien de la juventud y en vistas a un futuro de paz y fraternidad”.
En su ya tradicional recuerdo a Ucrania, Francisco ha aprovechado su saludo a los fieles vecinos de Polonia para invitarles a, “siguiendo el ejemplo de santa María MacKillop, ser un testimonio concreto del Evangelio para aquellos que sufren la pobreza y la guerra en Ucrania”.
Asimismo, antes de despedirse, ha recordado que “mañana celebraremos la solemnidad de san Pedro y san Pablo: que el ejemplo y la protección de estos dos apóstoles nos sostenga a cada uno en el seguimiento de Cristo. Encomendamos a la querida población ucraniana a su intercesión, para que pronto recupere la paz”.