En entrevista para Vida Nueva, Manuel Obando Cortedano, quien fuera el director de Comunicación de la diócesis de Matagalpa, recuerda su caminar con el obispo: “Era un papá, un pastor y un amigo”
El obispo Rolando Álvarez Lagos se encuentra actualmente en la prisión del Sistema Penitenciario ‘La Modelo’, en Managua, Nicaragua, purgando una condena de poco más de 26 años, acusado por el gobierno de Daniel Ortega de delitos considerados como ‘traición a la patria’.
Vida Nueva conversó con Manuel Antonio Obando Cortedano, quien fuera director de Medios de Comunicación y Redes Sociales de la diócesis de Matagalpa, pastoreada por el obispo Álvarez desde 2011, tras recibir la ordenación episcopal de manos del cardenal Leopoldo José Brenes.
Manuel Antonio Obando también sufrió la cárcel. Fue detenido en diciembre de 2022 por la Policía Nacional de Nicaragua, pero en febrero de este año salió del país en el grupo de los 222 presos políticos que el gobierno exilió a Estados Unidos, y quienes han perdido su nacionalidad nicaragüense.
Fue a la edad de 15 años cuando Manuel Antonio conoció al obispo Rolando Álvarez, al participar en un programa radiofónico de la diócesis de Matagalpa. Desde entonces, su carrera profesional lo llevó a trabajar de cerca con un hombre que ha sido víctima de persecución religiosa por parte del régimen sandinista, y cuyo caso ya es conocido en todo el mundo.
“En el 2011, cuando monseñor Rolando Álvarez llegó a la diócesis de Matagalpa, yo tenía dos años de ser colaborador de la radio de la diócesis, que es Radio Hermanos, y que el año pasado fue cancelado su permiso de transmisión”, recuerda.
“A mí me designaron por parte de la radio para ir a cubrir la bienvenida del obispo. Cubrí desde que salió de Managua, de la parroquia donde él estaba, hasta ese 2 de abril cuando llegó a Matagalpa”, añadió.
Desde ese momento y hasta el día de su detención, Manuel Antonio dio cobertura periodística en todas las actividades pastorales del obispo Rolando Álvarez. “Es un ser humano sencillo, una persona cercana que tiene mucha compasión, sobre todo por aquellos que sufren, con aquellos que son marginados, con los que en distintos sectores no tienen la voz”.
Manuel Antonio recuerda que, en varias ocasiones, cuando pasaban por alguna comunidad, le pedía al chofer que se detuviera porque veía un altar en una casa. “Detente -le decía al chofer- vamos a entrar a saludar a esa familia”. El chofer se detenía, el obispo entraba a saludar a la familia, hacía una oración, y seguía su camino.
“A monseñor Rolando no le importaba invertir tiempo con la gente, tiempo en las comunidades, irse hasta seis horas al fondo en las comunidades más largas, desde la ciudad de Matagalpa, y eso dice mucho de él, de su cercanía, de su sensibilidad al sufrimiento de los hermanos”, detalla el joven.
El comunicador recuerda las tres palabras con las cuales la gente acostumbraba referirse al obispo Álvarez: ‘papá’, ‘pastor’ y ‘amigo’.
Y explica: “Era un obispo muy cercano, un pastor con olor a oveja, como pide el papa Francisco. Era un padre porque aconsejaba y ayudaba; pastor, porque como el Buen Pastor, iba delante, en medio y atrás de las ovejas, para guiarlas, acompañarlas y protegerlas; y era amigo, un obispo amigo del pueblo, un obispo de a pie”.
Manuel Antonio, quien también grababa y transmitía por las redes sociales de la diócesis las misas del obispo, recuerda que sus homilías eran “muy pastorales en el sentido de que él ubicaba su vocabulario de acuerdo al auditorio que tenía: si estaba en una actividad de jóvenes, iluminaba a los jóvenes según sus realidades; si estaba con matrimonios, lo hacía basado en mensajes a la familia. Esto hacía que tuviera mucha cercanía desde sus homilías, desde la predicación hacia el pueblo”.
Para concluir esta primera parte de la entrevista, Manuel Antonio reflexiona en torno a lo que le ha tocado vivir y observar de la situación actual de su obispo y jefe:
“Dios, en su providencia, nos permite vivir muchas cosas que probablemente no queremos, otras que a lo mejor las esperamos, pero creemos que no van a pasar, y otras de las que huimos, pero al final el Señor nos dice, ‘te toca vivir esto’, y hay que vivirlo”.
Continuará…
“En uno de los momentos en que me trasladaban detenido en Managua hacia los juzgados a la segunda audiencia, el 21 de diciembre de 2022, yo le decía al Señor en mis pensamientos, en mi interior: ‘bueno, Señor, me estás permitiendo vivir un 0.5% de tu Pasión con esta situación, en la que a uno lo llevan a juzgados, en la que a uno lo tratan como que si fuera un delincuente”.
Foto: Manuel Antonio Obando Cortedano