Culturas

Vicente Amigo: “Siempre intento tocar el alma de quien me escucha”





Cuando acerca sus yemas a cualquiera de las seis cuerdas, rompe el silencio. O mejor, lo acaricia. Un primer susurro con sus dedos que, por momentos, se torna energía temperamental. En otros, intimidad de lo absoluto. Es la magia que se escapa de las manos de Vicente Amigo cada vez que la oscuridad se apodera del escenario y el foco se posa sobre su guitarra.



Este cordobés de partida de nacimiento sevillana es embajador del flamenco lo mismo en Londres que en Tokio, en auditorios multitudinarios que en plazas abiertas al gentío, o en festivales de público y frente a la crítica más sibarita que no se deja convencer con cualquier rasgueo. Él es el primero que no se lo permite. Exigente consigo mismo desde que tuvo su primera guitarra con 8 años, bebió de la sabiduría de Manolo Sanlúcar y la maestría de Paco de Lucía. Hoy no hay quien le haga sombra. No se lo dice así mismo. Se lo certifican la Medalla de Oro a las Bellas Artes o sus dos Grammy Latinos.

En plena gira de verano, con sus manos vacías, sin el instrumento que le da la vida y con el que la reparte, el viernes 23 de junio se plantó en Roma para participar en la cumbre organizada por el Papa en un mano a mano con creadores de todo el planeta. No podía decir que no a la invitación. A su salida de la cita, la emoción le desbordaba. “Yo siempre he pensado que sin fe no puede uno tirar pa’lante, hay veces que salgo al escenario diciendo que busco a Dios en las cuerdas de mi guitarra flamenca”, acertó a decir nada más abandonar el Vaticano.

PREGUNTA.- ¿Cómo acaba Vicente Amigo en la Capilla Sixtina?

RESPUESTA.- He de decir que visité hace años la Capilla Sixtina como turista y amante del arte. Pero, en esta ocasión, ha sido diferente. Me llegó una invitación para asistir a esta reunión que el Santo Padre iba a celebrar con artistas de todo el mundo. Creo que es motivo más que suficiente.

P.- ¿Qué es lo que más le impactó del encuentro con Francisco?

R.- Me impactó su bondad hablándonos y su sencillez. Creo que esto nos impactó a todos los presentes.

P.- ¿Qué supone para un hombre de fe como usted ser un invitado del Papa? De alguna manera, usted es y ha sido el representante del flamenco, el arte ‘made in Spain’…

R.- Para mí, ha sido un regalo del cielo. Supone un reconocimiento que no sé si merezco, del que sé que mi padre, que falleció hace unos años, estaría tan orgulloso y feliz como lo está mi madre. Ella lo demostró cuando se lo hice saber. Mis padres siempre han sido personas de mucha fe.

Regalo de Dios

P.- ¿Se imagina pasar de ser invitado a poder tocar una pieza con su guitarra en la Sixtina? ¿Qué interpretaría?

R.- No sé qué tocaría. Pero trataría de tocar el alma de los presentes, que es lo que trato de hacer siempre.

P.- En su discurso, el Papa explicó que “el arte nunca puede ser un anestésico; da paz, pero no duerme las conciencias, las mantiene despiertas”. ¿Cómo logra Vicente Amigo agitar conciencias con las notas de su guitarra?

R.- Preciosa reflexión la del Santo Padre. Creo que todo artista trata de hacer precisamente eso que dice Francisco, mantener despiertas las conciencias y no perderla nunca.

P.- ¿Cree que la Iglesia ha perdido su lugar de siglos atrás como mecenas del arte y de los artistas, o encuentros como este ponen en valor ese deseo de dialogar con el mundo de hoy?

R.- Creo que es muy positivo este encuentro. El arte siempre estará al servicio de la humanidad. El arte es regalo de Dios.

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