El gobierno no renovó la estancia de las religiosas de la Fraternidad Hermanas de los Pobres de Jesucristo, por lo que continuarán su trabajo en El Salvador
Las cuatro religiosas de la Fraternidad Hermanas Pobres de Jesucristo, quienes servían en la diócesis de León, Nicaragua, tendrán que salir del país, pues el gobierno no renovó sus visas de residencia, y ahora continuarán su ministerio en El Salvador.
De acuerdo con la información publicada en la cuenta de Twitter de la abogada nicaragüense en el exilio, Martha Patricia Molina, la policía ingresó a la casa donde habitaban las religiosas y se las llevó “con rumbo desconocido”.
Sin embargo, el medio de comunicación denominado Confidencial dijo haberse comunicado con las consagradas, de origen brasileño, y que una fuente cercana a éstas explicó que, al no haber podido renovar sus residencias, ellas mismas “decidieron dejar el país y seguir su ministerio en El Salvador”.
Molina destacó que las religiosas atendían a las personas que se encontraban en condición de abandono en la localidad de León.
Escribió: “La dictadura las expulsó como si fueran delincuentes. Hoy la ciudad de León está de luto. Hace falta ver a las hermanitas que tanto bien nos hacían. También ayudaban a las personas en situación de calle, abandonados, inhaladores de pega y alcohólicos; les leían la Biblia y los alimentaban”.
La Fraternidad Hermanas Pobres de Jesucristo -explicó el medio Confidencial- pertenece a una Fraternidad Franciscana fundada en el año 2001 en Brasil, sirven en pobreza, obediencia y castidad; Nicaragua era uno de los 14 países, donde tienen presencia.
Cabe referir que el mes de abril también fueron expulsadas por el gobierno tres religiosas de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata, encargadas de un asilo de ancianos de la ciudad de Rivas, cerca de Managua.
De igual forma, en mayo otras tres religiosas de la misma congregación, que al parecer trabajaban en el colegio Susana López Carazo, ubicado en el departamento de Rivas, al sur de Nicaragua, también fueron expulsadas.
De acuerdo con medios nicaragüenses, unos 84 religiosos -entre sacerdotes y monjas- han dejado el país desde 2018 a la fecha.