Las calles de Pamplona se han teñido de blanco y rojo este viernes, 7 de julio, para celebrar el día grande de sus fiestas, San Fermín. El santo ha salido un año más en procesión por la ciudad acompañado por la habitual comitiva de representantes públicos, fieles y miembros de cofradías y hermandades.
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Ha sido en la iglesia de San Lorenzo donde se ha celebrado la eucaristía, en la que el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, ha destacado que la vida y legado de San Fermín “nos ofrece valiosas lecciones de fe, valentía y entrega a Dios que merecen nuestra atención y reflexión”.
“San Fermín es un ejemplo inspirador para todos nosotros y su martirio nos recuerda la importancia de vivir nuestra fe con coraje y convicción, incluso en tiempos difíciles”, ha aseverado el prelado. “Existe la falsa idea que la vida está a expensas de nosotros y de pensar que somos los dueños y señores de nosotros mismos. ¡Una gran equivocación! Nadie con su sano juicio puede situarse en la vida como autónomo y menos como propiedad personal. San Fermín rompe con estos falsos principios y esquemas egoístas y nos enseña a mirar la vida con la misma mirada de Dios”, ha añadido.
“Fidelidad a nuestras creencias”
Así, ha subrayado que “la historia de San Fermín nos muestra su dedicación a la predicación del Evangelio y su amor incondicional a Dios y a su pueblo”, porque “a pesar de las persecuciones y amenazas a su vida, no vaciló en anunciar el mensaje de la salvación y en guiar a los fieles por el camino de la verdad, de la justicia, del amor y de la misericordia”.
De esta manera, “San Fermín nos muestra que la verdadera grandeza radica en la entrega desinteresada a los demás y en la fidelidad a nuestros principios y creencias”.”Su testimonio nos anima a ser valientes en nuestra fe, a buscar la verdad, la justicia y la paz, y a ser instrumentos de amor y misericordia en una sociedad carente de auténtica identidad cristiana”, ha añadido.
Por último, el obispo ha remarcado que “la celebración de esta fiesta tiene su sentido cuando no olvidamos la esencia espiritual que subyace en ella misma”. “Es una oportunidad para honrar a San Fermín y recordar su vida santa, pero también para reflexionar sobre nuestra relación con Dios y cómo podemos vivir nuestra fe de manera auténtica y comprometida en medio de la sociedad en la que estamos insertos”, ha insistido.